¿Impulso a diálogo de saberes?

libardo Vargas Celemin

El nombramiento como Ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación a una mujer afrodescendiente y, además investigadora, sorprendió porque este gobierno se ha caracterizado por nombrar politiqueros, representantes de los gremios e inexpertos camuflados con el mote de técnicos en distintas carteras. Aparentemente este nombramiento en un cargo tan importante, le rinde culto a la representación de género; a los pueblos marginados como el Choco y a las académicas e investigadoras del país. Daba la impresión de que se trataba de una jugada para silenciar las cacerolas y las marchas que se anuncian para las próximas semanas.

Sin embargo, el pasado domingo el diario El Espectador publicó un artículo de tres páginas, donde siembra dudas sobre la hoja de vida de Mabel Torres Torres, la Ministra posesionada recientemente. El centro de la polémica estriba en las declaraciones de la propia funcionaria donde se refiere a una bebida que ella produce de un hongo que se da en el Chocó y que supuestamente cura algunos tipos de cáncer, pero lo hace sin llenar los protocolos internacionales y separándose de los procedimientos científicos. Ella afirma: “Puede ser que el conocimiento ancestral sea empírico y no tenga un método científico, pero sí tiene una metodología. Fue en ese momento en que me separé (de la ciencia) y, te lo decía, lo hice desde las emociones”.

La polémica no se hizo esperar, inmediatamente salió al escenario el doctor Gustavo Quintero, presidente de Ascofame (Asociación Colombiana de Facultades de Medicina), quien rechaza que “la ciencia de este país esté manos de una persona que no cree en la ciencia y en el método científico”. Se han pronunciado otros académicos, pero no se han involucrado investigadores independientes, y practicantes de las medicinas tradicionales que desde la empírea hacen uso de las plantas y sus resultados se quedan en la oralidad y en la difusión al interior de sus comunidades.

El enfoque de esta controversia pudiera resultar benéfico para el país, si la Ministra hubiera condicionado la aceptación de la agenda que le entregó el presidente, a que se respeten las distintas concepciones sobre la ciencia y no se trate exclusivamente de imponer la visión occidental y el desconocimiento de otros saberes igualmente válidos y que en el pasado llevaron, por ejemplo, a implementar estudios de pre y postgrado de medicinas alternativas y tradicionales e igualmente que estas medicinas pudieran aceptar médicos alternativos que realicen consultas en hospitales públicos.

Parece ser que la Ministra no está interesada en defender sus propias concepciones y se deja deslumbrar por el poder, sobre todo por el encargo adicional de “fortalecer el crecimiento presupuestal del sector”.

Esta oportunidad de desconocer el debate sobre el reconocimiento de las distintos saberes, queda de nuevo aplazada.

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