Bacrim:¿Neoparamilitares o crimen organizado?

Con el aumento de la actividad delincuencial de las BACRIM es pertinente precisar su caracterización. Luego de la desmovilización parcial de los paramilitares, hubo un debate entre funcionarios estatales,

analistas y observadores internacionales, sobre cómo caracterizar y denominar a los grupos surgidos posterior a esta desmovilización; en el ámbito de académicos se empezó a usar la denominación neoparamilitares y los funcionarios estatal-policiales los llamaron primero ‘bandas emergentes’ y luego con la expresión BACRIM.
 
Los grupos paramilitares fueron herederos directos de los ‘carteles de la droga’, los que a su vez se habían basado en sus orígenes en grupos de contrabandistas y operadores de otras actividades delincuenciales; recibieron apoyos de finqueros y empresarios del agro pero rápidamente encontraron en la ligazón con el  narcotráfico su principal fuente de financiación y acudieron a otras actividades extorsivas y delincuenciales. El móvil de estos grupos fue en lo primordial de tipo contrainsurgente –buscando golpear lo que consideraban ‘bases sociales’ de la guerrilla a través de masacres, asesinatos selectivos, amedrentamiento y desplazamientos poblacionales, para construir corredores bajo su control-, igualmente prestaron tareas de seguridad en lo local. En varios de estos grupos se construyeron ‘cuerpos de ejércitos ilegales de carácter semi-permanente’, que hicieron tareas asimilables a ‘ejércitos de ocupación’ para controlar regiones –especialmente donde existían o se podían promover cultivos de uso ilícito, básicamente coca- y las poblaciones en ellas presentes –incluyendo el desplazamiento de aquellas que no se sometían fácilmente y la apropiación de las tierras de muchos de estos desplazados-.
 
Los actuales grupos son originados en antiguos miembros de los paramilitares, con algunas incorporaciones nuevas de personas de las regiones en que operan; tienen como móvil protección y uso de corredores geográficos para traficar la cocaína y sacarla hacia mercados externos. Tienen claros rasgos de crimen organizado como; a)  alta capacidad económica –derivado sobretodo de la droga y del control de otras rentas ilegales-, b) cooptación de administraciones locales o funcionarios estatales a través de corrupción, c) lo anterior les da poder político local y/o regional, d) un tipo de ‘control paralelo’ de territorios, e) cierto apoyo social ligado a generación de ‘empleo’ o distribución marginal de rentas, f) entornos culturales favorables y g) conexiones con el crimen organizado transnacional.
 
Por ahora las BACRIM no adelantan actividades contrainsurgentes como las realizadas por los paramilitares en el pasado; pero no debería descartarse, que en el marco de las políticas de restitución de tierras y a víctimas, podrían ser utilizadas como mecanismo para amenazar o atentar contra líderes de estos grupos de víctimas y en esa medida se inserten en una dinámica cuasi-contrainsurgente.
 
Estas organizaciones establecen relaciones de tipo económico con los grupos guerrilleros, en la medida en que la guerrilla, especialmente FARC, controla –directa o indirectamente- las áreas donde hay cultivos y se realiza el procesamiento inicial de la droga; en lógicas pragmáticas, las guerrillas pueden hacer alianzas con una u otra de estas bandas criminales –las dos de mayor peso hoy día son ‘los urabeños’ y los rastrojos’-
 
Esto lleva a concluir que las BACRIM son clara expresión de crimen organizado, con ciertos niveles de inserción social regional, pero no son actores del conflicto interno armado.

Colprensa

Credito
ALEJO VARGAS VELÁSQUEZ

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