Reconfiguración del orden geoestratégico global y regional

Alejo Vargas Velásquez

La tensión regional que se ha planteado a propósito del caso venezolano, producto de la modificación derivada de la llamada ‘carta democrática’, que cambió a la OEA (Organización de Estados Americanos) de una organización de Estados a una especie de ‘club de democracias’ liberales, refleja a su vez los lentos cambios que se han venido produciendo en el ámbito geoestratégico global y regional.

El periodo de la ‘guerra fría’ donde existían dos grandes bloques de Estados con alianzas definidas de antemano y alineadas por razones ideológicas terminó y ello dio paso a un pequeño momento de hegemonía norteamericana que igualmente empezó a cambiar con la emergencia de China como potencia económica global y su ‘poder blando’ y la llegada al poder en Rusia de Vladimir Putin, remplazando el desastroso periodo de Boris Yeltsin, así como la emergencia de potencias regionales como India, Irán, Arabia Saudita y Turquía -qué pasó de ser el gran aliado norteamericano en el marco de la Otan a empezar a jugar su propia agenda geoestratégica global y regional- y acercarse a Rusia e Irán. Igualmente, la Unión Europea empieza a jugar su propia agenda y cada vez con mayores campos de fricción con USA, como ahora con las sanciones que pretende imponerle USA a las compañías que tienen negocios en Cuba, que puede conllevar campos de tensión mutuas.

Ya no estamos en épocas de aliados incondicionales y fijos; cada vez estamos frente a un escenario caracterizado por alianzas flexibles y cambiantes y donde las llamadas áreas de influencia predeterminadas no son tan claras, como se decía de América Latina que era él área de influencia o el ‘partió trasero’ como señalaban sus críticos, de los Estados Unidos. Adicionalmente, la presencia del ‘poder blando’ chino en la región es cada vez más relevante, China es el mercado más significativo para Chile, Brasil, Perú, Argentina y otros países de la región. Y por supuesto, USA ya no es esa gran potencia hegemónica en lo económico y militar del pasado; a veces sus iniciativas parecen responder más a intereses de política interna, como los resultados electorales, que a su capacidad real de actuar en un mundo mucho más multipolar.

Esto se refleja en la región, donde no sólo desapareció la incondicionalidad frente a los norteamericanos de la época de la ‘Guerra fría’, sino que existen países claramente distantes de USA como son Cuba, Nicaragua y Venezuela -aliados cercanos de China, Rusia, Irán, entre otras potencias-, así como otros indiferentes como sería el caso de Bolivia y algunos países caribeños y países como México, la segunda potencia subregional, que igualmente buscan adelantar su propia agenda regional.

Incluso, en países como Brasil, pese a las cercanías que puedan haber entre sus actuales presidentes, sin embargo, es claro que las Fuerzas Armadas brasileñas tienen su propia agenda autónoma. Esto lleva a ciertos ‘analistas’ a especular con supuestas o inevitables confrontaciones militares, o a añorar la ‘guerra fría’.

Ojalá nuestros gobernantes entiendan estos cambios en curso y que en las decisiones de política pública deben primar nuestros intereses nacionales, antes que transitorios prejuicios ideológicos, ya en desuso.

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