La cigarra y la hormiga

Polidoro Villa Hernández

Apacible época cuando los párvulos no estrenaban su uso de razón queriendo emular a Terminator, o enviciarse con el sanguinario Mortal Kombat. Los niños, como las frutas sanas, maduraban lentamente. Y la imaginación infantil se abría a los personajes de Caperucita Roja, y Blanca Nieves y los que sabemos. Claro, no faltaba el primo adolescente –guache madurado biche- que escandalizara a los más jovencitos cuchicheándoles que el lobo, marinovio de Caperucita, era un gañán disfrazado como tal; y que Blanquita, hacía pilatunas con los enanitos. ¡Nunca lo creímos!

Luego, llegaban las fábulas con moraleja, lecturas edificantes de contenidos éticos y morales que enseñaban como conducirse con prudencia y moderación en la vida; señalaban lo reprobable en la conducta humana y destacaban valores y virtudes. Y, cómo también mostraban la ingenuidad del prójimo, hasta los futuros políticos y banqueros aprendían algo.

Y es que niño que lea La Cigarra y la Hormiga, fábula de Esopo aplicable a personas y naciones, aprende que es bueno trabajar y ahorrar en la vida: En el verano la primera canta y la segunda trabaja y guarda; en el invierno, la cigarra pasa hambre y la hormiga tiene la despensa llena. ¿Cómo fue que de niños no leyeron esta fábula los mandatarios Venezolanos?

El país rico más desprovisto del mundo, recibió dinero a raudales cuando el barril de petróleo estuvo a más de US$100. ‘Inversiones’ en avioncitos, submarinos, tanquecitos, piñatas de AK-47, despilfarro populista interno y externo, corrupción, tienen hoy en ayuno al ‘Bravo Pueblo’ que recoge hojas de brevo para suplir el papel higiénico.

En Colombia, es dramático el apremio para hacer una reforma pensional estructural, que parece resultar milagrosa para alargar la vida. Al menos la laboral. Dos generaciones más y 75 años será considerada una lozana edad para trabajar y morir cotizando con las botas amarillas puestas. De las montañas de ‘mermelada’ dilapidada, cuánta hubiera podido ahorrarse para la ‘tostada’ de jubilación de una población que envejece.

Por eso, una noticia alborota la envidia: Noruega, pequeño país con líderes austeros, honestos y visionarios, aprovechó la bonanza petrolera, imitó a la hormiga, y hoy tiene ahorrados en un Fondo de Pensiones ¡US$800 mil millones! No los trasnocha el petróleo a US$50.

“Nuestro deber como gestores de estos activos, consiste en manejar el dinero del pueblo, fondos públicos, esto supone que hay una gran responsabilidad en nuestra tarea, no se pueden manejar de una manera que pueda hacer dudar a la gente”, dice su director que piensa que ‘administrar es prever’. Cualquier analogía con nuestro entorno, es pura ciencia ficción.

Por estas comarcas, prevalece un sofisma economicista que supone que como las necesidades del pueblo crecen más rápido que los ingresos, hay que gastarlo todo (¿derrocharlo?), idear nuevos impuestos y, además, endeudarse. ¿El círculo de la Pobreza?

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