“Tu” repuesto

Polidoro Villa Hernández

Para un peatón venido a más, la peor pesadilla de su vida es soñar que sale a buscar su carrito y ver que ya no está donde lo dejó. Al despertar, pelo erizado y sudor frío, respira tranquilo al comprobar que él sigue en su cama y su más preciado bien en el garaje. De estos angustiosos desvelos existen incontables versiones.

Lo malo: éste sueño se volvió recurrente entre los propietarios que conocen las cifras de robo de vehículos en Colombia -42 segundos es el tiempo promedio para robarse un automóvil aparcado en la calle-, y se enteran que después del narcotráfico, y del bien administrado holding de la guerrilla, esta ‘industria’ delictiva es la tercera más rentable del país: 75% para desguazar y distribuir las autopartes en el mercado ilegal -reducidores-, y 25% para repintar, regrabar y vender con papeles falsos aquí y en países vecinos.

Y en este mundo desquiciado, ya hasta se perfila una ‘cultura’ del despojo automotor: para estimular la temprana vocación de los ladrones, existen juegos gratis ‘on line’ donde púberes e impúberes se adiestran y compiten virtualmente en robar carros “sin que te detecten dueños ni policías”, dice la sugestiva invitación.

En Ibagué, pareciera que los ladrones de automotores quisieran solucionar los problemas de movilidad, que nadie enfrenta, sacando vehículos de circulación. Estadísticas del 2015 muestran que en periodos comparables, el robo de carros aumentó un 113%, superando el incremento nacional que registró un 26%. Fue la ciudad intermedia más afectada. Con tanto impuesto a los carros, sensato sería ofrecer incentivos para que se construyeran parqueaderos. Hasta el lote del panóptico se haría rentable.

Es tan organizada la venta de partes robadas: espejos, llantas, herramientas, etc., que, por lo que cuentan, dos horas después de haberse cometido el pillaje, ya se encuentran en oferta en los sitios que todos saben dónde están, pero que parecen invisibles.

Unos turistas que en fiestas patronales visitaban un municipio cercano a Ibagué, dejaron la costosa camioneta en una calle tranquila confiados de la honorabilidad de la gente del pueblo. Al volver, encontraron que los espejos laterales habían sido arrancados con violencia dañando hasta las bases. Según les comentaron apenados los lugareños, de Ibagué viajan ladrones en las festividades, expresamente a robar y desmantelar vehículos.

Un taxista confianzudo opinó: “De pronto encuentras ‘tus espejos’ a un buen precio en Ibagué, en un sitio especialista en ‘recuperar’ objetos robados”. ¡Qué tal!

Mientras los reducidores no se castiguen con severidad, seguirán robando carros para desarmarlos; porque pocos vuelven a aparecer completos. Lo corrobora la respuesta de una víctima al preguntársele si había encontrado el vehículo que le habían hurtado: “Diría que medio lo encontré. La carrocería estaba intacta, pero no tenía ni llantas, ni motor, ni transmisión, ni caja, ni asientos, ni vidrios. Lo que si encontré fue el candado para el timón que yo le tenía puesto. Lo dejaron cerrado en el marco del parabrisas.”

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