¿Abuelitos adorados, o estorbos?

Polidoro Villa Hernández

Con tanta bulla y pugnas de poder en el plebiscito -sobre el cual razonaba así un taxista: “Sean cual fueren los resultados, seguiré igual; las cuotas del carro no bajarán, y todo seguirá caro”-, perdió mucha prensa el concierto de la banda Aerosmith, del crío Steven Tyler y sus púberes roqueros. Es increíble el desenfreno que estos ancianitos suscitan entre los fanáticos de la época dorada del rock, cuando el género era casi una religión. Un exprofesor del Conservatorio que los venera -al vodka también-, alucinaba: “Ojalá, cuando envejezcan (¿?), pudiéramos invitarlos a vivir en nuestra Ciudad Musical...” Claro que sí, y también a los Rolling Stones. ¡Sería una maravillosa sala cuna geriátrica!

Tanta distracción hizo que pocos se acordaran del importante Día de las Personas de Edad, conmemoración que entusiasma menos que pagar el ‘gota a gota’. En el mundo, cada dos segundos alguien cumple 50 años, y las estadísticas esta semana prevén menos bebés y una multiplicación de ancianos: dos mil millones en pocas décadas. Eso significa menos cochecitos y más sillas de ruedas; más caminadores y menos triciclos. Y la agobiante carga para la sociedad: Si hoy cuatro adultos en edad laboral, trabajan por cada retirado, en 30 años serán solo dos.

Ahora que los jóvenes utilizan la palabra viejo como insulto y ven la vejez como una desgracia, se discrimina a los ancianos porque les sobra tiempo en este mundo de afanes y porque presumen de sabelotodo. En las redes sociales hay quienes expresan, inmisericordes, que los ancianos deberían desaparecer. Relevo generacional a la brava. Claro que las motocicletas en algo contribuyen a reducir la población de veteranos.

A los abuelitos con plata, la publicidad los explota ofreciéndoles brebajes milagrosos para recuperar sus ‘menguadas potencias’: En alguna propaganda, la pareja de apuestos longevos sube ágil una empinada cuesta y llega fresca y sonriente a la cumbre. Al fondo, se ve una edificación con perfil de motel, hacia donde ellos trotan. ¿Cómo lo hacen?: Toman un costoso menjurje de 30 vitaminas y 50 minerales. ¡Charlatanes!

Y para mantener lejos placas que desahucian, no radiográficas, sino la de mármol, los viejos deben luchar por mantenerse sanos física y mentalmente para que brazos y piernas sigan obedeciendo. En un tradicional café ibaguereño, los ‘espaldas plateadas’ se saludan con un sincero y sonoro: ‘Hola, joven’. El menor de ellos se jubiló hace 15 años. ¡Actitud positiva!

Y también deben prepararse para pasar a mejor vida sin amarguras, renunciando al excesivo apego por propiedades y plata para poder liberarse en paz.

Fui testigo de los últimos años de un nonagenario acomodado, quien con graves males y, además, tullido, se aferraba con desespero a la vida. Su asesor espiritual, sus amigos íntimos, le aconsejaban, de buena fe, que ‘se dejara ir’. Finalmente, antes de morir, confesó qué lo detenía: Temía que los bienes que dejaba los despilfarrara su viuda con un mozo. Ella apenas tenía ¡89 años!

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