Por un país decente

Polidoro Villa Hernández

Un catedrático recordaba que cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto. Así estamos en esta tierra de gente sencilla y crédula, dónde el mal ejemplo de los de arriba pone en evidencia ante el mundo los extremos a dónde nos lleva la corrupta politiquería. Causa aflicción, por él y por el país, ver a un expresidente de la Corte Suprema de Justicia siendo reseñado en La Picota, sosteniendo un cartelito con nueve dígitos.

Qué tanta culpa tenemos en este desbarajuste nacional quienes votamos por charlatanes hereditarios sin buscar otras opciones que saquen a Colombia del fangal de errores y promesas incumplidas. Llega un año de elecciones y encuentran los ciudadanos un panorama complejo: proliferación de partidos que no son pluralismo democrático y sólo satisfacen egos que negocian su tajada de poder; delfines que salen del magín de algún gamonal nacional, inclusión de nuevos actores políticos que hasta ayer tenían la etiqueta de terroristas. Difícil elegir.

Busquemos candidatos con principios y valores morales -no profesionales de la política, ni figurones de círculos de poder- para que una vez elegidos recuperen la credibilidad y legitimidad del Estado, que practiquen el hábito de la ética, que promuevan las virtudes cívicas en el desarrollo del buen ciudadano y del buen gobierno. Que combatan con entereza los depredadores delitos de tráfico de influencia, concusión, nepotismo, peculado, prevaricato, celebración indebida de contratos, cohecho, abuso de autoridad, peste que contaminó hasta las profesiones más sagradas y que perpetúa el atraso, la inequidad y la desesperanza de la gente.

¿Encontraremos alguien que no base su campaña en denigrar de los mandatarios presentes, para luego posesionarse y hacerlo peor, o dedicarse a recuperar el dinero ‘invertido’ en su elección? ¿Identificaremos gente nueva e idónea con perfil de estadistas que no separen la ética de la política, que hagan respetar la virtud primordial de una sociedad que es la Justicia, que no utilicen el poder para lucrarse y cuya meta sea el bien común y el estímulo de virtudes cívicas para una buena convivencia?

Habrá elecciones en una difícil coyuntura económica que se prolongará en el tiempo. Pasó la época de las vacas gordas, pero nuestros mandatarios, como nuevos ricos, tienden más a despilfarrar en apoyos políticos, que a guardar para el futuro. Hipotecar futuras generaciones es la solución.

Pensemos en candidatos nuevos y honestos y olvidemos las falacias de personajes de ‘buena familia’, hoy en la cárcel por corruptos, que se defienden diciendo que “La corrupción es inherente a la naturaleza humana”. Rechacemos la resignada y temerosa posición de quienes justifican el botín: “Está bien que roben (los políticos), pero al menos que hagan alguna obra.”

Luchemos por hacer realidad el sueño de un país decente para nuestros descendientes, o en la indiferencia por nuestro destino, moriremos arrepentidos pensando con Calderón de la Barca en que “...toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son...”.

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