Cantos de sirena

Polidoro Villa Hernández

En ésta nuestra América macondiana la pugna electoral caldea el ácido sentido crítico de los ciudadanos, que luego de elecciones se desinfla y resigna a sufrir los desatinos del mandatario elegido con fervor. Entonces, las corrosivas críticas se convierten en lamentaciones. Pasado el cuatrienio o sexenio, se vuelve al círculo vicioso de repetir el duro proceso, como en el mito de Sísifo, sin que se obtenga nada distinto al desengaño.

Lo cierto es que los demagogos –“aduladores del pueblo y cabeza de una forma corrupta de la democracia”, según Aristóteles- tienen éxito entre incautos electores. Un octogenario contador, crítico gozón, recoge en un Libro Mayor de cinco columnas, inefables lugares comunes, risibles promesas e ignorancias supinas -de aquí y de allá- de candidatos a gobernar.

“De ser necesario, sembraremos matas de Acetaminofén para suplir la escasez en esta patria..”; “Orden, concordia, paz, justicia social, unidad nacional, es lo único que ofrezco.” (Implacable dictador centroamericano); “Triplicaré las viviendas que prometió el anterior gobierno y crearemos un millón de empleos.” (¿Triplicará, la promesa?); “Todo el país tendrá cobertura gratuita de Wi-Fi. Y no dejaré carretera sin pavimentar”; “No habrá límite para recibir refugiados del vecino país.”

“Si los padres votan por mí, ninguno de sus niños quedará por fuera del colegio.” (¿Clientelismo municipal puro y duro?); “Preguntan por qué me ofrezco para servirle al país. Tuve una revelación divina que me pidió salvar la patria. ¡Y aquí estoy.”; “Reduciré un 25% los impuestos y eliminaré aquellas contribuciones que los ciudadanos crean que los perjudican. El resto del presupuesto será para salud, educación e investigación.” (Habrá presupuesto, pero plata, no.)

“Nuestro pueblo ya es ciudad. Pensemos en construir un metro que nos ponga a la altura de las urbes del mundo y genere empleo. Daremos de que hablar.” (En ese pueblo, las vacas todavía salen a pastar en el parque principal.); “Nadie más amigo que yo de la naturaleza, del medio ambiente. Prometo eliminar totalmente el CO2 de la atmósfera.” (¿Magia negra?).

“Para estimular la continuidad del estudio de jóvenes madres, pondremos guarderías en universidades y colegios de secundaria...” (¿Se disparará la tasa de natalidad?). “Estudiaremos instalar surtidores de leche en algunas esquinas.” (¿Aprovechará los generosos escotes femeninos?)

“A corruptos y narcotraficantes, monstruos de mil cabezas, no les daré tregua en mi gobierno. Construiré 100 cárceles para alojarlos.” (¿No saldría más barato asesorarse del presidente de Filipinas, que practica el efectivo método de ‘fusílenlos y luego investigamos’?) “Soy partidario de legalizar la segunda esposa para que no haya niños sin padre.” (¿Y, los masoquistas con tres mujeres, qué?). Parece cosa de locos. Pero nada es extraño en estos países tropicales en que hasta le ponen fotomultas por infracción de pico y placa a carros que arrastra una grúa. Como dicen coloquialmente: De eso tan bueno, jamás darán tanto.

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