Inquietantes desvelos

Polidoro Villa Hernández

Como los días sin carro: sin contaminación ambiental, ni auditiva; como la abstinencia de carne en ciertas fechas por razones religiosas, también debería existir un espacio en el año para no hablar ni escribir de política partidista ni electorera, en beneficio de la salud mental de los ciudadanos.

Por estos días, los iterativos debates y las sobredosis de publicidad electoral -diseñada con la misma mañosa sicología de las ilusorias cremas rejuvenecedoras para damitas de 80 años-, tienen en ascuas a los electores que encaran la disyuntiva de a quién elegir entre cinco personajes que prometen tapar, en exiguos cuatro años, la brecha social de injusticias, inequidades y desafueros abierta en 208 años. ¡Dura faena! En tanto, la propaganda negra y las noticias falsas que multiplican las redes sociales, enlodan la llamada Fiesta de la Democracia.

Muchos dudan: ¿Voto por ‘lo malo conocido’ o por el ‘desastre por conocer’ a ver si alguno, finalmente, endereza el rumbo del país? ¿Voto por el joven y novel candidato que promete acción enérgica para evitar que caigamos en la anarquía? ¿Será que el padrino que lo impulsa, con una desmedida apetencia de poder, tendrá tanto predominio en su gobierno como para doblegar sus buenos propósitos y se reedite lo visto en pasados cuatrienios, que llenó de dolor a muchas familias y de oprobio al país?

¿Apoyo al antiguo y avezado insurrecto, abanderado de la reivindicación social de la franja ‘los pobres somos más’, que deja entrever soluciones radicales de izquierda? ¿Será que tras posesionarse, intentará convertirme en conejillo de indias de algún experimento ideológico que desbarajuste al país del cual tardará generaciones en recuperarse? ¿Será que su superego y el resentimiento por antiguas batallas perdidas, propiciarán un periodo de retaliaciones contra la clase media y el ‘establishment’?

¿Elijo al académico carismático, de buen talante y sensibilidad social, al que nadie le señala ‘rabo de paja’. ¿Gobernará para todos, o inclinará su gestión a tutelar necesidades de gratas tierras de eterna primavera?

¿Me inclino por el candidato ‘oficialista’, de estirpe presidencial, ducho en los tejemanejes de la alta política, magnificado por las obras de infraestructura y vivienda ejecutadas con presupuesto nacional, quién no intimida con soluciones ni cambios extremos? ¿Será que prolongará en el tiempo la rutina de ‘los mismos con las mismas’, y seguiré, mientras el país se desmorona, viviendo de ilusiones?

¿Otorgo mi voto al negociador de paz, idóneo, experimentado y honesto, que mostró su talante moral en la nefasta época del proceso 8.000?

¿Qué peso le doy en mi esperanzado voto, a candidatos a vicepresidente(a)? Fantaseo con términos como: sociedad solidaria; niveles dignos de bienestar social; pleno empleo; protección a la niñez. ¿Quién de ellos los haría realidad? ¿Será que resisto dos semanas más de interrogantes y angustia electoral?

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