Optimismo en declive

Polidoro Villa Hernández

Un sensible amigo -que lagrimea más que la llorona madre de una publicidad de pañales-, dice que no obstante que en el fin de año su bondadosa familia le insufló arrobas de optimismo para evitar que trasladara sus pensamientos negativos al 2019, con las tragedias de enero siente que su capacidad de resiliencia “está al nivel que la tienen los sapos atropellados por una aplanadora.”

“El optimismo, como el Acetaminofén, lo formulamos copioso hasta entre enfermos in extremis en este el segundo país más feliz del mundo”, remata abatido. Le digo que espere siempre un mejor mañana para Colombia y el planeta. “Llevo 72 años escuchando el mismo cuento” replica. Se pensaría que es depresivo, pero este sentimiento de crónica desilusión se generaliza. ¿Hacia qué despeñadero nos llevan altaneros ‘líderes’?

El fogoso Trump alardea: “Tenemos la mejores armas del mundo” y anuncia una nueva era de misiles. El gélido Putin, asegura que “en los últimos años crece la tendencia de no tomar en serio la amenaza de una guerra nuclear, error que se extiende en los países occidentales.” Futuro infernal el que bosquejan estos ‘civilizados humanistas’ jugando al Gato Bandido.

Mientras países ricos atizan la candela, por estos reinos practicamos el autoexterminio: Demasiados dirigentes de izquierda, derecha, centro, enviados de Dios, cacaos, mandamases, capos, delfines aprendices de ‘estadista’, jefes y cabecillas, resultan implicados, salpicados, untados, enredados en maniobras escabrosas, en manipulaciones politiqueras destructivas, enzarzados en peleas por puro apetito de poder, mientras el ecocidio esteriliza, crece la pobreza, y la patria, hace aguas. Y lo que Nostradamus no quiso vaticinar: Llegan otra vez las elecciones, sainete de intrigas y falaces promesas.

Enferma escuchar a hampones de cuello blanco con mansión por cárcel, defraudadores de millones en carteles corruptos de contratación, reclamar indemnizaciones al Estado. Asquea ver como terroristas desalmados asesinan jóvenes para evitar que, en un futuro, puedan atacar su “protesta social”. La antesala del infierno.

En el indigente vecindario, un dictador de opereta despotrica del imperialismo azul pero, manes de la estulticia, se entrega como solterona alborotada al no menos voraz imperialismo rojo. Olvida que todo ‘imperialismo’ prospera exprimiendo a los crédulos hipnotizados por sus ideologías sibilinas. Colombia, con tanta riqueza, debería también ser ya un imperio. Pero sobran demagogos y faltan estadistas.

Mientras aumentan suicidios y consumo de drogas, se discuten temas escapistas para huir de la realidad: Me acerque a un grupo de veteranos que tomaban tinto y que por la vehemencia de sus ademanes pensé hablaban del futuro patrio. Nada. El tema de fondo era que Saturno podría quedarse sin anillos en unos 300 millones de años. Me escabullí rápido antes que comenzarán a calcular a cuánto ascendería el ‘hueco fiscal’ en pensiones por ese tiempo. “Dios nos coja confesados…”

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