Chontaduro, o Inteligencia Artificial

Polidoro Villa Hernández

Bajo tórrido sol ibaguereño, tres hombres contemplan el trabajo en la vía de sudorosos obreros de pico y pala con edad suficiente para ser padres, y alguno hasta abuelo de esos curiosos. Reconozco entre los mirones al hijo de una peluquera que, en vano, hace más de un año le busca trabajo -¡el que sea!- a su retoño graduado en historia, “con mucho sacrificio”, en una universidad local.

Si a futuro –en alza la esperanza de vida-, una reforma pensional fija la edad de retiro en 67 años, muchos serán los jóvenes desocupados, colmados de academia, viendo laborar longevos y esperando el patatús de alguno para intentar reemplazarlo. Amarga perspectiva para noveles profesionales, en un entorno dónde los empleos nuevos que proliferan son los de cuidador de carros, vendedor de bolívares, limpiador de parabrisas, desplazado de profesión, pregoneros de mazamorra y gelatinas, saltimbanqui de semáforo, y cobrador del ‘gota a gota’.

Existía un barómetro informal que calculaba en años el rezago de nuestra tecnología, comparada con países desarrollados. Recuerdo un tétrico dato de: ¡96 años! No sé hoy. Si gurús con Ph.D avizoran que en la próxima década ciencia y tecnología generará más de 50 millones de empleos en el mundo, con el nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación deberíamos cerrar la brecha y subirnos a ese tren bala de oportunidades, educando e invirtiendo en proyectos que generen oferta laboral para la Cuarta Revolución industrial. Claro, sin dejar de exportar borojó, chontaduro, y emigrantes que tantas divisas mandan.

Somos fanáticos consumidores de tecnología. Hay más celulares que habitantes, contados los niños de pecho. Hay recicladores que exhiben mejor smartphone que un alcalde. Y resulta asombroso saber que aquí los adictos al artilugio han descubierto que es tan inteligente, que “hasta sirve para no tener que llamar a nadie”. Es hora de dejar de pagar caro lo que otros hacen y aportar saberes criollos a esta mundial y revolucionaria convergencia del entorno digital, físico y biológico y enriquecernos todos.

Los indolentes en su hamaca intelectual, opinan que más que nuevos empleos, los avances tecnológicos aplicados a sistemas de producción dejarán millones de desocupados. Esto debería suscitar reflexiones en muchos dirigentes del país que piensan que ‘largo plazo’ son cuatro años. ¿Seguiremos siendo siervos de la tecnología creada por otros? ¿Importamos ‘revoluciones libertarias’ para entretenernos y evadir así el estudio y el trabajo duro que crean riqueza y bienestar? ¿Continuamos exportando materias primas baratas e importando costosos bienes y servicios con alto componente tecnológico? Cuándo debamos hasta la camisa: ¿Pagaremos la deuda externa con un par de departamentos?

Qué celestial sería usar ciencia cuántica e inteligencia artificial para armar un robot tierno y sabio de aspecto femenino. Le impondríamos la banda presidencial para que nos gobernara maternal y sin politiquería. Honestamente.

Comentarios