¿Cortar por lo sano?

Polidoro Villa Hernández

Para desdicha del común de los mortales que sobreviven en el mal llamado ‘mundo civilizado’: ni la cerril política que inventa ideologías y modelos económicos proclives a favorecer las élites lideradas por seres codiciosos, ni las altaneras religiones tocadas de sanguinarios fanatismos, inconfesables perversiones y celestial avidez de dinero, no les permitirá alcanzar un pleno bienestar en esta vida terrenal y hace dudar de su bienaventuranza en algún paraíso ideado como señuelo para esquilmarlos.

Con trajes D’Orsi y Smartphone, seguimos portándonos como cavernícolas. Y no aparece un auténtico sabio que corrija el rumbo. ¿Llegará el Gran Hermano de poderes omnímodos a darle una purga a una sociedad que sólo acumula basura consumista y dinero? Un aspirante al Concejo, honesto amigo que odia el sistema, pero vive de él, dice que admira a Kim Jong-Un, que es ejecutivo. Y, en efecto, según noticias, mandó a ejecutar a cuatro negociadores achacándoles deslealtades en los fallidos acuerdos con Trump. ¡Nunca más volverán a pifiarse!

Un catedrático decía que el mayor derecho humano es tener un Estado decente. ¿Será el nuestro un Estado indecente? Estaremos en el marco de lo dicho por el dirigente chino Wen Jiabao que ignoró las súplicas para no ejecutar a un narco colombiano: “Pena de muerte para crímenes comprobados: Ninguna sociedad honesta y trabajadora merece vivir con tanto miedo. Eliminar criminales peligrosos atemoriza al resto de delincuentes. Crecerá la seguridad pública y el gasto se reducirá drásticamente”.

“Severo castigo para políticos corruptos: ustedes no castigan a los del régimen de turno que diezman las arcas públicas. En China: pena de muerte y devolución total de la riqueza mal habida. Reduzcan 80% el salario y gasto de los políticos. Ustedes tienen la política más cara del mundo. El político debe entender que es un funcionario público obligado a entregar su trabajo y conocimientos en beneficio de su país y no un “rey”.

“El pueblo ya no cree en su gobierno ni en su política, no respeta las instituciones, no cree en sus leyes, ni en su propia cultura. Se acostumbró al desorden gubernamental y pasó a ver como normal corrupción, violencia, y deterioro de los servicios públicos. Un pueblo complaciente que solo mira cómo los corruptos hurtan el dinero, cohonestando a los de cuello blanco, está llamado al retraso.”

Reduzcan la edad laboral a 16 años, el mundo envejece. Sus países acostumbran tratar a los adolescentes de 15 a 18 años como niños que no se hacen responsables de sus actos y les prohíben trabajar. Error fatal necesitándose mano de obra renovada. Esta contradicción hipócrita de la ley crea peligrosos delincuentes que a los 18 años están formados para el delito. Quintupliquen la inversión en educación: Un país que quiere crecer debe producir los mejores profesionales del mundo.” Y, por aquí: ¿Quién le pone el cascabel al gato?

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