Aporte de Sabios

Polidoro Villa Hernández

Este pueblo nuestro tan criticón que culpa de su desazón existencial al despilfarro de los altos impuestos que presume de pagar, y olvida lo que evade y elude, a veces debería admitir que hay iniciativas de gobierno laudables. Así sean de pura coyuntura. Este mes, cumplimos ¡25 años! desde que una comisión de 10 respetables sabios entregó al presidente Gaviria un valioso documento de agudo título, “Colombia: al filo de la oportunidad.”

De esa histórica ocasión, algo se recuerda del discurso lapidario del Nobel Gabo: “Nuestra educación conformista y represiva parece concebida para que los niños se adapten por la fuerza a un país que no fue pensado para ellos, en lugar de poner al país al alcance de ellos para que lo transformen y engrandezcan”. Casi una exigencia de corregir centenaria injusticia con los niños y modelar mejor patria para ellos. El alzheimer nacional causado por tanta arenga populista, impide recordar si se cumplieron las juiciosas recomendaciones del grupo que, por cierto, contaba con un tolimense valioso.

El actual presidente consideró que debía repetirse esa experiencia, ampliada esta vez a 43 científicos máximos: académicos, intelectuales y gestores culturales, de esos seres que, dedicados a pensar, nunca salen en las revistas de farándula por carecer de ‘chocolatinas abdominales’, y cuya sapiencia suma lo hace caer en cuenta a uno de su propia oceánica ignorancia. Hace meses cavilan y comienza a comentarse el proceso de su gestión.

Por curiosidad intelectual, por conocer iniciativas no contaminadas de politiquería, por angustia de país, debemos estar atentos a los resultados de esta Misión de Sabios, e iniciar rogativas, no para que el documento final que se produzca sea de excelencia -eso se da por descontado-, sino para que quienes llevan las riendas del país, acojan las propuestas que de allí salgan y no se conviertan en letra muerta como tantas buenas intenciones del pasado.

Es que antes que un verborrágico cacique local afirmara que “los técnicos son sirvientes de los políticos”, ya se sabía que la burocracia politiquera que se ha beneficiado del sistema democrático para satisfacer su ego, aumentar, conservar y rotarse el poder, ve con displicencia al académico, al experto que ha pasado su vida estudiando. Poco le seduce que alguien inteligente y honesto pueda develar la verdad de la farsa del poder. Por eso, abre esperanzas un aporte de tan privilegiados cerebros. Ojalá tuviéramos pronto un Gobierno de Sabios que enderezara el rumbo del país, partiendo de la razón, el conocimiento y la ética.

Lamentable sí, que además de los muy encumbrados temas de ciencia, tecnología e innovación, no se hubiera incluido el de cómo recuperar la sensibilidad social de tantos líderes políticos que pretenden manejar el país como una finca para expoliar. Confiemos que se aborde este asunto en el Grupo de Sabios del 2050.

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