“Arrepentíos…”

Polidoro Villa Hernández

“El final está cerca…”, se leía en los carteles que enarbolaban gordos barbudos de túnicas blancas –llamados iluminados de los últimos tiempos-, en manifestaciones en plazas públicas a mediados del siglo pasado.
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El arsenal nuclear, la guerra de Vietnam, el lascivo rocanrol, el monokini, la minifalda a la altura del coxis eran, entre otras razones morales e inmorales, pretexto para fustigar con sus invectivas de fin del mundo a apresurados transeúntes.

Deberían reaparecer. Lo justifica este coronavirus chino que arrodilla al mundo y que WhatsApp insidiosos especulan fue transmitido en una sopa de murciélago medio cruda. Es que amerita que alguien grite que el planeta está harto del maltrato que le da “el animal más dañino que ha creado la naturaleza: el hombre”, y que tiene con que hacerlo desaparecer fácilmente. Un plus para esta agraviada patria, es que el microscópico enemigo no acepta sobornos y nadie es inmune, ni siquiera opulentos corruptos con influencias y cómplices en los más altos niveles del gobierno.

Aunque en el pasado hubo varias con millones de muertos, en esta pandemia en proceso sale a relucir el culillo del farsante elemento humano (me refiero a otros, no a usted, ni a mí). Hay gente que volvió a usar escapulario y a llevar agua bendita para rociar la casa. En El Patriarca, un astuto anunció que volvería a amistarse con su tío, hacendado con enfermedad pulmonar: “Que seguro, pobrecito, no aguantará el virus…”. Otro, que vive de la pensión de la mamá, llega a tomar tinto angustiado por el desplome de las bolsas del mundo. Algunos, compran ya enlatados de reserva. Un finquero de Rovira dice que aplazará el pago de todas sus deudas.

Los brujos locales aumentaron el tiraje de sus volantes y prometen curar “enfermedades naturales desconocidas”. Y los anuncios de vitaminas de todo el abecedario se han multiplicado. Y como si de acumular dinero se tratara para avivar las llamas de su incineración, algunos comerciantes oportunistas aumentaron en un 350% los precios de los tapabocas. ¡Sinvergüenzas!

¿Será que ‘se nos acaban los minutos’ en este año bisiesto? Porque se vaticinó que en él gobernará el último Papa y el último presidente de USA. Resulta irónico que “seres hechos a imagen y semejanza de Dios”, pero codiciosos materialistas que han esperado un final épico: una guerra nuclear, un asteroide de 500 kilómetros que choca al planeta; una invasión de extraterrestres, la llegada con trompetas de los cuatro jinetes del apocalipsis, vayan a ser exterminados por primitivos y letales microorganismos: virus, bacterias, hongos, protozoos, que proliferan en la misma basura que ellos generan.

Ni miedo, ni pánico. Una anciana vecina le preguntó a su sensible hijo si chatear con su amiga en Italia podría contagiar del mortal virus al computador y a ella. La pragmática respuesta del retoño la tranquilizó: “¡Mamá, usted tiene ahí harto acetaminofén! Además… de algo tenemos que morirnos.”.

POLIDORO VILLA HERNÁNDEZ

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