Si pudiéramos resucitarlo

George Wallis

Nada mejor como colofón de las reflexiones de Semana Santa, que pensar en quienes quisiéramos ver resucitar, además de Jesús. Yo propongo a Federico Lleras Acosta, un nombre que de distintas maneras quisiéramos volver a la vida.

Federico Lleras, dicen sus biógrafos, fue un científico católico colombiano, condecorado con la Legión de Honor del Gobierno Francés. En 1923, a raíz de la inauguración de un monumento a Pasteur en Bogotá, Lleras Acosta había afirmado: “Pasteur amó siempre la verdad, y por defender sus convicciones hubiera ido hasta el sacrificio”. Nada mejor para adivinar la naturaleza del espíritu de una persona, que conocer qué o a quién admira. Federico Lleras ha sido comparado, con razón si nos atenemos a esta expresión de sus ideales y otras coincidencias de sus vidas, con Pasteur, el prohombre francés de la ciencia.

Federico Lleras nació en Bogotá en 1877 y estudió en el colegio jesuita de San Bartolomé, antes de estudiar en la Escuela Veterinaria del científico Claude Véricel. Lleras tuvo acceso de esta manera a numerosos trabajos de la mano del sabio francés, que le permitieron familiarizarse con la bacteriología. Dentro de esta ciencia se especializó en cultivos bacterianos y en el estudio de la resistencia de las bacterias a diferentes agentes físicos, químicos y biológicos, para obtener medios estériles y antisépticos eficaces. También adquirió conocimientos privilegiados sobre las inoculaciones artificiales y serodiagnóstico.

La dedicación a su profesión convirtió a este colombiano ejemplar en uno de los pioneros de la salud pública en el país. En su laboratorio se descubrieron vacunas y tratamientos adecuados para diversas enfermedades endémicas y epidémicas que agobiaban a Colombia. Esta sería razón más que suficiente para que un grupo destacado de tolimenses, encabezado por Alberto Rocha Alvira, propusiera en 1968, la fundación de un hospital con su nombre, al Presidente de la República.

Por supuesto, la idea no cayó nada mal al Gobierno, pues el presidente Carlos Lleras Restrepo era nada más ni nada menos que el hijo de Federico Lleras Acosta. Pero qué mejor nombre podía escoger un Presidente para nombrar un hospital, modestia aparte, que el de un compatriota que luchó tan denodadamente para despejar las tinieblas que envolvían todo lo referente al MycobacteriumLeprae, el agente causante de la lepra.

En 1938 Federico Lleras, se embarcó rumbo a El Cairo donde se llevaría a cabo el Congreso Internacional de Leprología. La muerte lo sorprendió en Marsella cuando parecía estar recuperándose de una dolencia cardíaca.

Hace poco más de seis meses la Superintendencia de Salud intervino al hospital que lleva el nombre de Lleras Acosta. Gustavo Morales ha iniciado bien su gestión, pero aún falta mucho para el milagro… ojalá Lleras Acosta resucitara, como el Señor.

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