Ibagué, entre la pobreza y la desigualdad

George Wallis

Trascendente y bastante interesante el reciente informe de Calidad de Vida del observatorio Ibagué Cómo Vamos. Lo que pienso causará cierto salpullido a la mayoría de tolimenses, salvo mi amigo Héctor; tal vez los desvele en sus convicciones políticas profundas y a lo mejor esto sea intrínsecamente bueno (¿o malo?); en todo caso, lo diré procurando ser objetivo.

Ibagué es una de las ciudades que mejor perfil democrático tienen en Colombia. La desigualdad del 0.44, según el coeficiente de Gini, está mucho mejor que el promedio nacional y el índice a mí me parece saludable. Esto es tal cual justificable cuando el mismo informe aludido nos dice que la pobreza viene decreciendo de manera continua desde el año 2008, hace casi siete años. Y este dato es aún más admirable si el estudio indica que Ibagué es amable con los pobres y los desplazados de Colombia; quizá sea tan atractiva para ellos porque tiene uno de los mejores climas del país, porque es una ciudad relativamente descomplicada en su cultura y recursiva para sobrevivir.

Muchos dirán en estos días de campaña que la meta debe ser propiciar la igualdad. Utópica y bonita premisa, como toda utopía, pero al fin y al cabo ilusoria. Quizás deba explicarme con argumentos más académicos. Thomas Piketty es uno de los economistas de mayor difusión en los últimos meses. Su libro, ‘El capital en el siglo XXI’, se ha ubicado en el centro del debate mundial por cuestionar el aumento de la desigualdad. Y en una democracia todos quisiéramos ser ‘iguales’, tal como lo promueve el socialismo. La diferencia en la democracia es que el sistema tolera y aún requiere de la división entre capital y trabajo, punto cuestionado desde la propia vida de Marx.

El economista francés, a quien nadie ha tachado que yo sepa de neoliberal, tampoco de comunista o cosa parecida, sostiene que en la historia el rendimiento del capital ha sido mayor al crecimiento de la economía; pero también admite Piketty que en Europa, y presumo que por acá también, la mayor fuente de desigualdad procede del desempleo. Quizás consecuente con este criterio, Piketty defiende un impuesto sobre la riqueza pero rechaza el gravamen del 75% a los altos ingresos que promueve el presidente socialista de Francia, Hollande. Quizás el conservador ministro de Hacienda colombiano, Cárdenas, haya estudiado este dilema técnico, aunque parecería estar de acuerdo con el mandatario francés.

La prioridad no es para mí reducir la desigualdad, sino acabar la pobreza. Yo ofrecería este paraíso de Ibagué, garantizaría la seguridad y la veneración social a los ‘Santodomingo de Bavaria’, los ‘Sarmiento del Tiempo’ y los ‘Cortés de Davivienda’. Si ellos aceptaran venir acá, deteriorarían el Gini, pero disminuirían sustancialmente la pobreza.

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