La democracia amenazada

George Wallis

Cada semana hago el ejercicio de monitorear los acontecimientos mundiales y nacionales, dando una prelación a los temas relacionados con Ibagué o el Tolima, para cumplir mi compromiso con el NUEVO DÍA, de escribir cada martes una columna de opinión actualizada y de interés general, con énfasis regional.

Y, en esta oportunidad, la columna de Gómez Méndez (AGM) me pareció que merecía ser retomada en el tema, ante la inminencia de las elecciones de octubre.

Antes de entrar en materia, quiero decir como demócrata que admiro a Gómez Méndez y lo considero un tolimense ejemplar. Valga recordar que nació en Chaparral, hace 66 años y partiendo desde abajo ha ocupado los más altos honores del poder ejecutivo (ministro), judicial (fiscal y procurador) y legislativo (congresista).

La columna aludida de AGM se resume en una denuncia acerca de la corrupción política y el apoderamiento de las administraciones regionales. Ante esta situación, que habría denunciado el politólogo Fernando Giraldo, AGM sugiere estar alerta, para que las amenazas de la democracia sean contrarrestadas por el poder moral nacional.

El tema de las administraciones regionales que por cuenta de castas familiares ejercen un cacicazgo en Colombia, ha llevado a una cultura de la corrupción hipotéticamente amparada en la descentralización del poder ejecutivo.

Hoy, dice AGM, “a dos meses de las elecciones regionales, esos vicios están reapareciendo en toda su desfachatez. Para comenzar, la ausencia de auténticos partidos políticos permite que las agrupaciones se hayan limitado a repartir avales, sin control y sin atadura alguna a temas ideológicos ni programáticos”.

Pero cuando los pícaros se ven desenmascarados con denuncias genéricas como ésta u otras alertas más puntuales, quieren enlodar a todo mundo.

Esto me viene a la mente a raíz de las declaraciones del candidato Guillermo Alfonso Jaramillo, en las cuales afirma: “Mafiosos me quieren poner al mismo nivel de ellos”. La técnica para difamar, desde hace mucho tiempo, es mezclar medias verdades o verdades desenfocadas, para disminuir la imagen de otro.

A Jaramillo lo acusan de esta manera, sugiriendo que impondrá un anarquismo de izquierda. Media verdad, lo de izquierda, que a mi manera de ver enaltece a cualquier persona decente de este país. Lo de anarquismo, es la falacia que sirve de sofisma de distracción. Nadie más opuesto en su trayectoria al anarquismo que Jaramillo, por lo que conozco de él sin ser para nada allegado suyo.

Creo que la gestión de Jaramillo alcalde evitaría vergüenzas públicas de gestión como la del penoso retraso de las obras de los Juegos Nacionales. Creo que otros candidatos, que en las encuestas no marcan bien, deberían buscar alianzas honestas y mirar a Jaramillo como una opción con experiencia y ‘manos limpias’ para los tolimenses de bien.

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