La DNE de Albornoz y una ‘nueva tierra’

George Wallis

‘Romero’, caricaturista de EL NUEVO DÍA, hizo recientemente una contundente crítica contra la corrupción endémica del ‘establecimiento’. La Dirección Nacional de Estupefacientes, a la cual Carlos Romero llama la ‘Dirección Nacional de Estafadores’, es un caso de estudio que amerita reflexionar.

Miremos el caso desde el ángulo evolutivo de un estado que pretendía erradicar las mafias. Recordemos que por el Decreto 1575 de 1997 se estableció la estructura interna de la DNE. Catorce años después, en 2011, esta entidad se hundía en un abismal escándalo público.

Retomamos la información de la página oficial de la Presidencia de la República, del 2 de septiembre de 2011. Ahí se informa que el Presidente Santos dijo que: “Acabo de firmar el decreto mediante el cual se liquida la Dirección Nacional de Estupefacientes. Para el país no es ninguna sorpresa los problemas que se han venido acumulando en esa entidad, problemas de toda índole que tienen que ver con la corrupción, que tiene que ver con la ineficiencia administrativa y que tiene que ver también con la lucha contra el narcotráfico”...

En septiembre del año pasado, tres años después de eso, la entidad terminó su proceso de liquidación. La liquidadora culminó entonces dicho proceso, necesario por el dolo de “congresistas y funcionarios con el manejo fraudulento de bienes incautados a las mafias”.

Preguntas que me surgen de la historia anotada y que recordó Romero con su pincel: ¿Por qué tres gobiernos distintos manejaron el tema de la DNE con tanta irresponsabilidad?; ¿Por qué varios de los congresistas señalados en la corrupción de la DNE siguen tan campantes haciendo política en sus regiones?; ¿Qué está pasando ahora con los recursos billonarios que se incautó al narcotráfico y cómo resarcirán a los colombianos más pobres, víctimas sociales de un sistema corrupto?

El espacio es muy corto para seguir con el análisis político, pero me atrevo a dejar unas inquietudes más, desde otro ángulo del análisis, relacionado con el protagonista de la caricatura mencionada. Sobre el ex-director de la DNE, Carlos Albornoz, surgen muchas preguntas: ¿por qué un hombre rico, de buena presencia, con muchos años de congresista aparentemente limpio, casado con una reconocida empresaria de cadena radial, dueño de una envidiable dialéctica, se torció de tal manera?

La corrupción de Albornoz parece intrínseca a la egolatría del ser humano, a su ambición ilimitada de dinero, dinero que debería servir solo para mejorar el nivel de vida..., pero parecería que ni los sueldos de congresistas ni de altos ejecutivos fueran suficientes. La egolatría lleva insaciablemente a buscar dinero para satisfacer ese deseo de poder y, ¿el poder para qué?... Solo cuando desaparezca esa egolatría podremos construir la verdadera ‘nueva tierra’, libre de estas corrupciones de ‘cuello blanco’.

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