Navidad venezolana a sangre y fraude

George Wallis

Hace un mes, escribí una columna –‘¿Caracas a punto de amanecer?’-, dedicada a analizar la evolución política latinoamericana, ante la inminencia de las elecciones en Argentina y Venezuela. El triunfo de Macri confirmó lo previsible y los últimos sucesos en la ‘República Bolivariana’, con el asesinato de uno de los opositores para amedrentar a Lilian Tintori y toda la oposición, ahondan el temor de la tragedia que puede ocurrir en Caracas.

La verdad, no estoy nada optimista acerca de los resultados de las elecciones del próximo domingo, en las cuales la revolución chavista se juega su suerte en las urnas. Todo parece indicar que este proceso, que va a cumplir diecisiete años, es un fracaso casi total, en términos socioeconómicos. Esta hija de la revolución cubana, además la primera hija graduada en el poder democrático, es una de las peores pesadillas de la historia venezolana, que se ha prostituido de la manera más vil con la corrupción y el narcotráfico.

¿Cómo es posible que el Psuv gane la contienda electoral, a pesar de que todas las encuestas que se conoce señalan cómo ganadora a la oposición?... la respuesta es sencilla, si pensamos en el descarado comportamiento del régimen. El establecimiento venezolano se ha negado sistemáticamente a validar los resultados democráticos con una auditoría internacional independiente, aunque presentan el sofisma alternativo de su títere Unasur. Si nada debieran, nada temerían, pero el mundo sería muy ingenuo al creer que lo que se cocina no es un fraude gigantesco. Tampoco podemos olvidar la advertencia de Maduro de que no entregaría la revolución, y que eventualmente gobernará con el pueblo y el ejército. Es decir, si el fraude no es suficiente, se buscaría un auto-golpe de Estado.

Ojalá nos equivoquemos y tengamos la sorpresa de que el ejército venezolano y los demócratas que aún quedan allá, obliguen al amenazante prospecto de dictador a respetar la voluntad popular. Pero de no ser así, de cumplirse el auto-profetizado golpe a la democracia, esta será una Navidad muy triste y tal vez sangrienta para Venezuela. Y no lo será propiamente porque la oposición esté armada, sino porque aunque se comportara como Mahatma Gandhi, la desesperación de los sicópatas, al estilo de los oprobiosos ingleses que no querían perder su feudo en India, los llevará a disparar a los más pacíficos manifestantes. Estoy seguro, sin embargo, de que esta vez, ante la abominable situación social que se cree, las propias entrañas del régimen se van a dividir. Unos seguirán atizando el camino de la radicalización de la revolución. Otros, partidarios del Psuv, como ya lo han hecho algunos, no resistirán la carga de sus conciencias y, ayudados por militares ‘derechos’, darán la batalla popular exponiendo sus vidas.

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