Respaldo a las madres comunitarias del Tolima

La reciente protesta de los sindicatos que representan a las madres comunitarias, que hacen parte de los programas del Icbf en el Tolima, nos llevan a pensar en uno de los programas más importantes para la paz de Colombia.

Según algunas calificadas estadísticas, hay más de 10 millones de niños en condiciones de pobreza, de los cuales millón y medio viven en la miseria. No es de extrañar entonces que cerca de seis mil menores de edad estén vinculados a grupos armados y que 35 mil sean explotados sexualmente.

Pero si no existiera el Icbf, la miseria que alimenta la lucha guerrillera habría puesto de rodillas a Colombia. Recordemos una de las mejores noticias para la sociedad y la imagen de Colombia, cuando se supo que el hijo de Clara Rojas, la famosa secuestrada de las Farc, había sido protegido anónimamente, pensando que era el hijo de un humilde campesino, por estos programas. 

Supimos entonces que la labor de este instituto no solo era eficiente, sino también de importancia estratégica para que algún día, como hoy, pudiéramos soñar en un país en paz. 

Precisamente por eso mismo, impactan las noticias publicadas últimamente sobre mala gerencia y hasta casos de corrupción en partidas destinadas a alimentación de los niños del Icbf. Este sábado pasado, en particular, tuvimos otra voz de alerta en nuestra región. En un reporte de EL NUEVO DÍA, se informó que los trabajadores de programas del Icbf como Madres Comunitarias, Fami, Sustitutas y Tutoras, entre otros, convocaron a un paro nacional. El motivo, el hecho de que no se han definido los operadores que van a manejar los programas este año.

No puede entender uno que el incumplimiento de cronogramas de gestión, o alguna falla de gerencia en la elaboración de los contratos, esté poniendo en peligro uno de los programas de mayor impacto futuro de nuestra sociedad. Considera uno razonable la propuesta de los sindicatos, de que dichos contratos se extiendan por todo el año, no a tres meses o 10 meses. Alguna fórmula debe presentar la Dirección del Instituto, ante estos reclamos, para evitar que se ponga en peligro o se interrumpa programas tan vitales. 

Los programas sociales del país, encaminados a disminuir la pobreza y erradicar la miseria, deberían sintonizarse con estos ‘hogares comunitarios’. Claro que vale la pena regularizar y dar condiciones mínimas de apoyo a estas ‘madres’ en capacitación y salud. Se requiere de atención de entidades como el Sena y los ministerios de Educación y Salud, a estos proyectos de equidad y paz. 

No se trata de acabar con el bien ganado prestigio del Icbf. Se trata de exigir cuidado con la verdadera joya de la corona, en temas de protección a la niñez marginada.

Credito
GEORGE WALLIS

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