Carta abierta a una lectora furtiva

George Wallis

Escribir esta columna es una confrontación semanal de intereses, que tengo cada ocho días entre mi yo, el subconsciente y el mundo.

Para empezar, siempre trato de encontrar, ante todo, un tema de interés regional para los lectores de ‘El Nuevo Día’. De ahí que varios de mis escritos tengan que ver con el Tolima.

Pero otras veces, los hechos de actualidad interesan no solo a los vecinos de Ibagué, sino a todos los ciudadanos de esta ‘aldea global’. Y del Universo, del mundo contemporáneo, siempre esperamos explicaciones. Entonces, trato de explicarme a mí mismo, en solo 450 palabras, temas del mundo contemporáneo, que puedan interesar también a otros, aquí y allá.

Casi siempre por ello, al anochecer de cada domingo o el lunes temprano, busco la noticia impactante del momento, bien sea originada en Chaparral, en Nueva Delhi o Nueva York.

Pero hay semanas, como esta, en que veo las noticias regionales o mundiales como un angustioso déjá-vu de la ignominia humana o de la banalidad del ser.

En estas infrecuentes oportunidades, recurro a explorar los laberintos de mis diálogos interiores. Quizá lo hago con la ilusión de que la angustia existencial del ser humano despierte algún interés general.

Y aunque no sé a quién podría interesar esta columna, sí estoy seguro de que hay al menos una lectora que la sigue, misteriosamente, en mi página de Facebook (georgezwallis@facebook.com).

Por razones que serían muy largas e impertinentes para narrar en esta columna, este es el único medio que tengo de comunicarme con dicha persona. Lo cierto es que nuestros mundos, que algún día llegaron a converger, se distanciaron para siempre.

Y yo, más que un pensamiento, quisiera ser una respuesta a sus angustias, un punto de apoyo ante el infierno que vive. Pero mi mundo se aleja cada vez más del suyo y no hay forma de volver atrás.

¿Qué puedo aportar yo, como columnista, además de divertimento y algo de información? Quizás, sería ideal, una que otra semilla de un nuevo proceso de reflexión de la realidad. Ojalá para algunos una nueva perspectiva de los temas tratados o quizás el refuerzo de convicciones profundas.

Pero para esta lectora empecinada en seguir en contacto con la vida después de la vida, no pueda hacer nada que no pueda hacer un sicólogo o quizás un guía religioso. Y yo no soy ni lo uno ni lo otro.

Lo único que puedo aportar a mi furtiva lectora, es mi propia experiencia para erradicar las causas del sufrimiento.

Según el budismo estas causas se relacionan con nuestro ego: querer controlar todo; aferrarse al pasado; querer que los otros sean como nosotros queremos que sean; vivir en nuestras mentes y perder el presente.

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