Aprende a pensar según la mente de Dios

Jairo Yate Ramírez

“Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: -«¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.» Jesús se volvió y dijo a Pedro: -«Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.» Mateo 16, 21-27.

Para un discípulo es esencial captar claramente a quién está siguiendo; de esto dependen la naturaleza y el significado de su seguimiento. Cuanto más los discípulos toman conciencia de quién es su Maestro, y de su originalidad, tanto más fuerte se hace la exigencia de permanecer junto a él y de seguirlo.

Ahora, la tarea primera del discípulo es seguir al Maestro, y permitir a él que indique el camino. Pedro hizo lo contrario de un discípulo: se había puesto delante de Jesús para apartarlo de un camino que consideraba equivocado. Jesús lo remite a su puesto de discípulo. Le explica con claridad que su camino conduce a la resurrección a través de la pasión y muerte. Señala a Pedro como “Satanás”, subraya que el camino anunciado por él fue establecido por Dios.

Quien quiera apartarlo de él, dejándose determinar por los impulsos y deseos humanos, se pone contra Dios y se pone del lado de la tentación, cuya tarea es separar de la voluntad de Dios.

Los pensamientos del ser humano no siempre han coincidido con los pensamientos de Dios. El mismo creador afirma: “Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos”, Isaías 55,8.

Confiamos más en nuestras propias fuerzas, creemos que nuestra inteligencia siempre tiene la razón, nos falta mucho conocimiento del ser de Dios. Cuando creemos que todo está terminado, las posibilidades se cerraron, justamente la Palabra de Dios nos dice todo lo contrario: por ejemplo: Ya no puedo más. Dios me responde: “Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza”. Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. II Corintios. 12,9.

Digo: No tengo perdón de Dios. El Salvador me responde: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.” Juan 10,10. Digo, no puedo cambiar mi vida, soy impotente. Dios me responde: “No os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto.” Romanos 12,2. Digo, es imposible. Dios me recomienda: “Lo imposible para los hombres, es posible para Dios.” Lucas 18,27.

Dios tiene su plan y nosotros debemos ajustarnos a su pensamiento: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.” Mateo 16,24. El pensamiento de Dios, es y seguirá siendo el máximo alimento para la razón humana. Cuida tu salud: Permite que tu pensamiento se ajuste al buen espíritu de Dios.

Arquidiócesis de Ibagué

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