Es necesario obrar con justicia y con verdad

Jairo Yate Ramírez

-«... Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor”. ... (Marcos 1, 1-8). Para recibir a Jesucristo es obligatorio hacer penitencia, preparar el camino, enderezar sus sendas. Esa es la recomendación del precursor del Maestro. Como creyentes nos preparamos para el nacimiento del Salvador del mundo. Recorremos nuestro propio adviento. Esa es una realidad y un tiempo litúrgico que “celebra una triple venida del Señor: en primer lugar, la histórica, cuando asumió nuestra misma carne para hacer presente en el mundo la Buena Noticia de Dios; en segundo lugar, la que se hace ahora, cada día, a través de la Eucaristía y los demás sacramentos, y a través de tantos y tantos signos de su presencia, comenzando por el signo de los hermanos, y de los hermanos pobres; y finalmente, en tercer lugar, la venida definitiva, al final de los tiempos, cuando llegará a plenitud el Reino de Dios en la vida eterna”.

Los personajes centrales que propician el adviento son: Isaías: es el profeta por excelencia del tiempo de la espera (cf. Capítulos 7-11).

Nuestro segundo personaje es el Espíritu Santo: “El Espíritu Santo es el que transforma la creación, del caos al cosmos, que hace de él algo bello, ordenado, limpio, un mundo justo”. (san Ambrosio).

Nuestro tercer personaje es la Virgen María: La fe se convierte para María en la máxima medida para abrazar no solo su propio misterio, sino además el de su mismo hijo: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra” (Lucas 1,38).

Nuestro cuarto personaje será san José: El hombre que se dejó guiar por el Espíritu de Dios”. Despertado José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado y tomó consigo a su mujer” (Mateo 1, 24). Juan es el mensajero de la luz, él nos cuenta quién es Jesús, cuál es su misión y cómo prepararse para recibir la llegada de Jesús: “Conviértanse, porque ha llegado el Reino de los cielos” (Mateo 3,2).

Ellos, en comunión con otros, vislumbran lo que acontecerá y dejan ver claro las intenciones y los sentimientos de Dios Padre: Va a venir el Salvador, Aquel que va a dar a la vida de hombres y mujeres una dimensión nueva según su Reino.

Cuida tu salud: Pidamos al niño del pesebre que nos enseñe a vivir en paz con los demás.

Arquidiócesis de Ibagué

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