A Dios le gusta las cosas limpias, no conviertas tu vida en un supermercado

Jairo Yate Ramírez

-«°°° Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre. °°° Juan 2, 13-25. Cuando nuestra fe está centrada en la persona de Cristo Jesús, no hay problemas de ninguna especie, no caemos en errores, no nos dejamos confundir, no colocamos las esperanzas en algo físico, no mezclamos ideas esotéricas, no discutimos lo que nunca se debimos haber discutido, lo físico nunca podrá superar lo espiritual, existe alguien que es más que un templo.

El misterio pascual de Cristo es el punto central de la nueva alianza. En la persona de Cristo Jesús se cumple la profecía de Malaquías, él vendrá a su templo, será como el fuego del fundidor, purificará a los hijos de Leví °°° (cf. Malaquías 3, 1-3). Él es el templo, él es la resurrección, él es la vida.

A Dios le gusta las cosas limpias, no es amigo de los supermercados religiosos, Él mismo es el nuevo templo, Él se presenta como aquel que lo puede todo, a quien podemos acudir en todo momento. Él es el Dios de la vida, de la Gracia, de la esperanza, de la muerte, de la eternidad.

Los ambientes físicos son importantes para la vida cristiana pero no definen en su totalidad la fe y la Gracia. Felices serán todas aquellas personas que saben vivir inteligentemente su fe, en todo espacio, en todo lugar, en todo momento. Felices aquellos que no reducen su fe a un espacio físico, que no la someten a prueba, que no la arriesgan en ningún escenario, porque creen en Cristo Jesús el nuevo templo de la esperanza.

La fe es mucho más extensa en la comprensión de la vida, del tiempo, el fin, la hora, el momento, un templo: “La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve” (Hebreos 11,1). La esperanza enseña a vivir la fe en medio de las responsabilidades cotidianas, a tener ceñida la cintura y las lámparas encendidas (cf. Lucas 12,35); a responder por nuestra historia, a trabajar por el sustento diario, a corregir debilidades y amenazas para un buen espíritu. La fe se expresa en la misma caridad.

El Papa Francisco asegura que el más importante templo de Dios es nuestro propio corazón °°° “porque dentro de nosotros habita el Espíritu Santo”. Pero, “¿qué sucede en mi corazón?”. “¿He aprendido a vigilar dentro de mí para que el templo en mi corazón sea solo para el Espíritu Santo? Purificar el templo, el templo interior y vigilar.” Cuida tu salud: No conviertas tu vida y tu corazón en un mercado de debilidades.

Arquidiócesis de Ibagué.

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