La resurrección define nuestro sistema de vida cristiana

Jairo Yate Ramírez

-«°°° “Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura; que Él había de resucitar de entre los muertos”. (Juan 20, 1-9). El primer domingo de pascua en la historia del cristianismo se celebró en la ciudad de Jerusalén. Parodiando el texto bíblico según san Juan, las mujeres madrugaron a visitar al Señor en el sepulcro, llevando consigo aromas. Pedro y Juan acudieron al sepulcro con desconcierto y esperanza.

El resultado de todo este proceso es que el cuerpo no estaba allí. La muerte no tiene la última palabra. La experiencia con el resucitado se convierte en un motivo de gozo, de paz, de alegría, de fe, de cumplimiento de las promesas de un Dios Padre, de un Dios Hijo, de un Dios Espíritu que se quedó para permanecer con nosotros. La resurrección define la predicación de los profetas, el mismo salvador nos abre la inteligencia para que podamos entender la Escritura, (cf. Lucas 24, 45-47); lleva a su máxima expresión la obra del Hijo de Dios, (cf. Lucas 9,22).

La resurrección como misterio pertenece al orden de la fe; es también un acontecimiento histórico, las pruebas reposan en el sepulcro vacío (cf. Juan 20,2). El Maestro superando la muerte, se aparece a sus discípulos, (cf. Juan 20, 19-20); también a Santo Tomás (cf. Juan 20, 26-28). María Magdalena tiene una gran experiencia con el resucitado (cf. Juan 20, 10-18). El mismo apóstol san Pablo reconoce en el acontecimiento de la resurrección la razón de nuestra fe: (1 Corintios 15,14).

Pascua es ese acontecimiento central de nuestra fe, porque a través de ella descubrimos en su complejidad el misterio de Cristo, el misterio de Dios, el misterio de la Iglesia, la misión que se nos encomienda: “Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos” (Hechos 10, 42). Los mismos profetas nos aseguran para el bien de nuestra fe, que todo el que crea en él, recibirá el perdón de los pecados. (cf. Hechos 10, 43).

Qué bueno saber y creer que no estamos solos, nuestra vida no se reduce a un sepulcro, porque la losa que cubría el sepulcro ha desaparecido, nos han liberado de las tinieblas, de la oscuridad, del pecado, de la condenación eterna. La pascua se convierte en un nuevo y preciso modelo para vivir la fe, el cristianismo, la razón de ser de la Iglesia. Los que creemos en la resurrección de Cristo, debemos aprender a vivir como la primera comunidad post pascual: Dice la Escritura: Observar las enseñanzas, vivir unidos, ser fieles, compartir con los demás lo que tenemos, preocuparnos por los más necesitados, etc. (cf. Hechos 2, 42-47).

Cuida tu salud: La esperanza cristiana es que todos aprendamos a ser hermanos. Padre, Jairo Yate Ramírez. Arquidiócesis de Ibagué.

Arquidiócesis de Ibagué

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