El buen testigo sostiene siempre la verdad

Jairo Yate Ramírez

°°° « A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:

“¡No! Se va a llamar Juan.” °°° (Lucas 1, 57-66). El hijo de Zacarías sigue siendo el primer testigo de Jesús de Nazareth, la prueba es que recibió del cielo la gran señal: «Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo» (Juan 1, 33). El testigo es aquel que da testimonio de la verdad. Denuncia las transgresiones a los mandatos de Dios. Se identifica con la penitencia, la oración, el sacrificio, la entrega, la perseverancia. Su predicación siempre se caracteriza por el llamado a la conversión, a la perseverancia, a regresar nuevamente por los caminos del Señor.

Para nosotros los creyentes, el bautista se convierte en un paradigma de la persona comprometida con el Reino de Dios. Es el modelo del hombre, del precursor y del mártir. Así lo ven los estudiosos de la Sacra Escritura: San Juan Pablo II, lo entiende como prototipo de todo hombre que nace.

Todos somos un hombre; reflexionáramos: no estoy viviendo para hacer la vida a mi capricho, hay un designio sobre mi vida. No es el destino ciego, como muchos se imaginan, nadie ha nacido ya destinado a la maldad, nos hacemos malos porque usamos mal de la voluntad, pero el designio de Dios es hacer una criatura buena.

“Vio Dios que era bueno todo lo que había hecho”. (Génesis 1,31). Es modelo de precursor: El que va delante, el que va diciendo, el que indica quién es el cordero, “después de mí vendrá otro al cual no soy digno de desatarle las sandalias. (Hechos 13,25).

También es un mártir: porque con sus exhortaciones evangeliza a los demás, su predicación es de penitencia, señala el pecado y desenmascara el desorden; sentencia al tetrarca Herodes, diciéndole: “No te es lícito, eso es pecado” (Marcos 6,18). Termina su vida, derramando su sangre por la causa de Cristo. (Marcos 6,27).

Cuida tu salud: La verdad hay que defenderla hasta sus últimos términos.

Arquidiócesis de Ibagué

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