Jesucristo, maestro controvertido por excelencia

Jairo Yate Ramírez

°°° « No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.» No pudo realizar allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe”. °°° Marcos 6, 1-6. Jesús despierta la admiración de sus contemporáneos, por la novedad de su enseñanza y por la autoridad con que la expone; suscita estupor por el poder con que manda a los espíritus malignos que tiranizan a las personas y por el sometimiento a que los reduce (cf. Marcos 1,27); infunde temor reverencial a sus discípulos al ver la obediencia con que el viento y el mar se someten a su palabra. (cf. Lucas 8,25). Mientras los escribas piensan que solo Dios puede perdonar pecados, el maestro advierte que él también tiene el poder. (cf. Marcos 2, 6-11) Y no solo tiene el poder sino que lo transmite a sus discípulos °°° todo lo que desatéis en la tierra, quedará desatado en el cielo °°° (cf. Mateo 18,18).

El enviado de Dios, también se convierte en escándalo, porque pone a prueba la fe del pueblo, tal como lo profetizó Isaías (cf. Isaías 8, 14-15). Jesucristo es signo de contradicción para caída y elevación de muchos en Israel. (cf. Lucas 2, 34). Jesús es el maestro controvertido por excelencia.

Encontrar a Jesús, es imposible si no logramos darle el valor que se merece la misma obra de Dios. Nadie puede atreverse a decir que ama a Dios, que es un privilegiado de Dios, mientras desprecie a su hermano, mientras catalogue o discrimine a los demás; mientras no vea con los ojos de Jesús. “Nadie es profeta en su tierra”. Se pierden tantas oportunidades, se escapan tantos momentos de gozo, se amplía la brecha entre pueblos, razas, y naciones. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar el valor de los demás?.

El santo padre, Benedicto XVI enseña que para conocer a Jesús es necesario la experiencia viva de él y por ende, el testimonio de otras personas se hace importante °°° “nosotros mismos tenemos que quedar involucrados personalmente en una relación íntima y profunda con Jesús. De manera semejante, los samaritanos, después de haber escuchado el testimonio de la compatriota con la que Jesús se había encontrado en el pozo de Jacob, quisieron hablar directamente con Él y, después de ese coloquio, dijeron a la mujer: “Ya no creemos por tus palabras; pues nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.”» (cf. Juan 4, 42) Cuida tu salud: Las personas de fe, no discriminamos a los demás.

Arquidiócesis de Ibagué.

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