Descanso y existencia, logran su sentido en Dios

Jairo Yate Ramírez

°°° « Él les dijo: «Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.» Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer.” °°° Marcos 6, 30-34. El descanso no consiste sólo en la reposición de las sustancias vitales. El verdadero descanso tiene en cuenta que el hombre, es imagen de Dios, está ordenado a Dios, cumple el itinerario de Dios: “Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó, porque en él cesó toda la obra creadora” (Gen 2,2). El descanso exige la amistad con Dios. El descanso integral fue dado al mundo en Cristo.

°°° “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados: yo os daré descanso” (cf. Mateo 11,28). Esto es lo que hace Jesús con los apóstoles. Enseña el auténtico sentido del descanso: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11,29). Nuestro cuerpo está completamente animado y vivificado por nuestra alma y ninguna parte está ajena al alma, que le da la unidad. Si no descansa el alma, tampoco puede descansar el cuerpo.

Para entrar en el descanso de Dios es necesario tener el corazón manso y humilde. La persona que tiene el corazón duro es quien se ha excluido de la comunión con Dios. La “dureza del corazón” describe una situación irregular. Quien está en esta disposición no puede descansar. El salmo 95 de la Sagrada Biblia, propone: escuchar a Dios, seguir el ejemplo de Dios, no endurecer el corazón, como en Meribá (disputa), o en Massá (tentación). Así no vamos a lograr el verdadero descanso. Ni tampoco vamos a tener la visión del excelente pastor.

El Papa Francisco en su Ángelus Regina Coeli, enseña que: según los verbos: Ver, tener compasión y enseñar: “El primero y el segundo están siempre asociados a la actitud de Jesús: de hecho su mirada no es la de un sociólogo o la de un fotorreportero, porque Él mira siempre “con los ojos del corazón”. Estos dos verbos: “ver” y “tener compasión”, configuran a Jesús como el Buen Pastor. También su compasión no es solo un sentimiento humano, es la conmoción del Mesías en la que se hizo carne la ternura de Dios”. El buen pastor, debe ser una persona muy competente, muy hábil.

Tal como lo describe el salmo 23: Conoce el camino correcto: “Me guía por senderos de justicia en gracia de su nombre”. Advierte sobre los peligros: “Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré”. Propone el descanso en la casa de Dios: “Mi morada, será la casa de Yahveh a lo largo de los días”. Cuida tu salud: Descanso y existencia, siempre tendrán sentido en Dios. Padre,

Arquidiócesis de Ibagué.

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