El sabio vive de la Eucaristía. el necio la ignora

Jairo Yate Ramírez

°°° « Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre”. °°° Juan 6, 51-58.

Nuestra Iglesia ha ido teniendo la experiencia de una buena significación de medios y expresiones que se han ido dando y concluyendo a favor del anuncio del Evangelio y de la organización de comunidades con la impronta de Cristo resucitado.

El centro siempre es la Eucaristía, el centro debe ser la Eucaristía, el lugar de la Eucaristía no puede ser cambiado por el hombre.

La Eucaristía es fuente y culmen de la vida cristiana y eclesial, tal como lo enseñó el catecismo de la Iglesia Católica, (numeral 1324). El hijo de Dios siempre ha tenido toda la razón: “En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”. Hay que empezar por convertirse y aceptar definitivamente la presencia de Jesús en nuestro mundo, para entrar en la dimensión de su cuerpo y de su sangre.

El que no come, el que no acepta, el que no escucha la Palabra del Señor, nunca va a entender en qué consiste la vida eterna.

Ahora, “son varios los caminos por los que podemos acercarnos al Señor Jesús y así vivir una existencia realmente cristiana, es decir, según la medida de Cristo mismo, de tal manera que sea Él mismo quien viva en nosotros”. Así lo entendió y lo vivió el apóstol san Pablo. (cf. Gálatas 2, 20). El mismo apóstol da la orientación correcta para la vida de los nuevos bautizados en Cristo: “Fíjense, cómo se comportan ustedes, que sean como sabios, no como insensatos” (Efesios 5,15).

Así pues, si la Eucaristía es el centro de la vida de toda la Iglesia. De la misma manera debemos comprender que en la Eucaristía se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, Cristo en persona, nuestra pascua y pan vivo. (cf. Papa, Pablo VI, instrucción, Eucharisticum Mysterium. 6). La Sagrada Biblia enseña la verdadera sabiduría: el sabio entiende que la voluntad de Dios sobre nosotros es darle la palabra al Espíritu Santo. Jesucristo es el Pan de vida, eso nadie lo puede negar.

Comulgar es encarnar el sentido de la muerte y resurrección de Cristo, es el acto salvífico por excelencia. Cuida tu salud: La verdadera sabiduría, está en practicar la virtud.

Arquidiócesis de Ibagué

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