¿Por qué no logramos razonar, según la voluntad de Dios?

Jairo Yate Ramírez

°°° «“¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le contestaron: “Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.” Él les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy?” Pedro le contestó: “Tú eres el Mesías.”

Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos”. °°° Marcos 8, 27 -35. En el ambiente de los tres anuncios de la pasión y muerte del Hijo de Dios. El Maestro de Nazareth aprovecha la oportunidad para educar a sus seguidores, a sus discípulos, a la Iglesia misma, a todos aquellos, hombres y mujeres, que en un futuro se atrevan a pensar cómo lo haría Dios y no como el pensamiento de los hombres.

El santo Padre, Benedicto XVI, Papa emérito, afirmaba: “Cuando la realización de la propia vida está orientada únicamente al éxito social, al bienestar físico y económico ya no se razona según la voluntad de Dios sino según los hombres. Pensar según el mundo es dejar aparte a Dios, no aceptar su designio de amor, es casi impedirle cumplir su sabia voluntad.”

Aprovechemos para cuestionar nuestra conciencia valiéndonos de la pregunta formulada por Jesucristo a sus seguidores: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? (Marcos 8,27) ¿Qué significa propiamente Jesucristo para mí? Si Cristo es el Mesías para mi vida, es mi amigo, es mi confidente, es mi salvador. ¿Por qué razón?: pienso como los hombres, actúo como los hombres, como si fuese un alma que no tiene espíritu.

Al contrario, quien sabe usar la razón y la combina perfectamente con la fe y la gracia de Dios, ya no vive según el pensamiento de los gentiles, según la vaciedad de su mente, según la dureza de su cabeza, sino que se reviste del hombre nuevo creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad °°° (cf. Efesios 4, 17-24). Tenemos que llegar a vivir un cristianismo, una fe, una religión, según la lógica de Dios: Así lo entendió el apóstol Santiago: “Tú tienes fe; yo tengo obras.

Muéstrame tu fe sin las obras, que yo, con las obras, te probaré la fe que tengo” (Santiago 2, 18). Con toda razón Jesucristo reprende a su discípulo Pedro, diciéndole: “Déjame seguir mi camino, satanás, que tus ideas no son las de Dios sino las de los hombres”. (Marcos 8, 33). La religión no puede estar sometida al criterio, al capricho subjetivo e individual. De ser así, ya no estamos pensando como Dios. Cuida tu salud: Dios es benigno, justo y compasivo. Ese debe ser nuestro criterio. (cf. Salmo 114).

Padre, Jairo Yate Ramírez.

Arquidiócesis de Ibagué.

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