Nuestra misión es hacer la voluntad de Dios

Jairo Yate Ramírez

°°° Y como se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino.» Jesús le respondió: «Déjame, mujer. Todavía no ha llegado mi hora.» Su madre dijo a los sirvientes: «Hagan lo que él les diga.» °°° Juan 2, 1-11. Con el bautismo en el río Jordán, Jesús de Nazareth, comienza su vida pública. Ya ubicado en Caná de Galilea, sus milagros y signos eficaces, siembran una nueva historia, centrada en la salvación de hombres y mujeres. Su misión es hacer la voluntad del Padre celestial. Instaurar su reino.

Anunciar un sistema de vida que se cumple según el espíritu de Dios. El primer signo es convertir el agua en vino. Jesús se manifiesta como el esposo del pueblo de Dios, anunciado por los profetas, es como una nueva alianza de amor. No es posible celebrar la boda si falta aquello que los profetas indicaban como la base de un banquete mesiánico: Así lo profetizó Isaías como el festín de los justos. De vinos excelentes, de exquisitos manjares, de vinos refinados. (cfr. Isaías 25, 6).

Decía el Papa Francisco en su catequesis, que Jesús logra un cambio sustancial con su primer milagro: Transforma la ley de Moisés, en Evangelio portador de alegría. Así, que la ley fue dada por Moisés, la gracia y la verdad nos llegan por Jesucristo. (cfr. Juan 1,17).

La gloria del esposo es precisamente entregarse en plenitud a la esposa. El esposo ama a su esposa con un amor entrañable de ternura y fidelidad. Inicia una nueva historia de relaciones de Dios con la humanidad: La historia cristiana. Es como una historia de amor entre Dios y nosotros. Aprendemos a vivir en un nuevo concepto del mundo, el que el Redentor propuso. El mismo que la Santísima Virgen transmitió: “Hagan lo que él les diga” (Juan 2, 5). Los sirvientes obedecieron a la madre del Señor y por supuesto que al mismo Salvador “Llenaron las tinajas de agua” (Juan 2, 7). Así se manifestó la gloria del Señor y los discípulos creyeron en él. (cfr. Juan 2, 11.)

Logrará hacer la voluntad de Dios: “Quien escuche la Palabra de Dios, la crea y la de por cierta en su corazón y en su vida formal; con toda seguridad habrá encontrado la plenitud de su propia existencia”. Hace la voluntad de Dios, aquel que se deja guiar por la fórmula de fe utilizada por el pueblo de Israel en el Sinaí como respuesta a las promesas de la alianza: «Estamos decididos a poner en práctica todo lo que ha dicho el Señor» (Éxodo 19,8). Cuida tu salud: Servir a Dios, implica poner en práctica su Palabra.

Padre, Jairo Yate Ramírez

Arquidiócesis de Ibagué

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