Se nos olvidó, tener los ojos fijo en Dios

Jairo Yate Ramírez

«El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ungió. Él me envió a llevar una buena noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y dar vista a los ciegos; a dar la libertad a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor.» °°°  Lucas 1, 1-4; 4,14-21. Jesús se presenta como el Mesías prometido y anunciado por las profecías bíblicas. En Jesús se realiza la esencia y la acción de Dios. Su misión es dar la Buena Noticia a los pobres, liberar a los oprimidos, aliviar el dolor de los que sufren. 

El programa misionero de Cristo no es una utopía.  Es aquel donde deberían estar las miradas y los corazones de  muchos dirigentes, organizaciones, nosotros como creyentes. Un mundo nuevo, una vida digna, un respeto por los derechos, un cumplimiento de los deberes, unos principios éticos y morales que se cumplan en toda la tierra.  Un cambio social de cara a Dios y al espíritu de su Santa Palabra. Él viene en nombre de Dios, asistido por el Espíritu de su Padre celestial, su presencia se convierte en salvación para todos aquellos que creen en Él. Hay que volver nuevamente la mirada hacia Dios. Hay que aceptar la propuesta del salmo 18 en la Sagrada Escritura: Las palabras del Señor son espíritu y vida. Su ley es perfecta. Sus mandatos son rectos. Sus mandamientos son verdaderos. 

Para Dios la libertad y el bienestar de cada persona es supremamente importante. La clave es la “Buena Nueva”, que nos permita entender, que sólo en el conocimiento de la verdad, la vivencia de esa verdad y con base en la verdad, podremos encontrar el camino de la libertad. No en vano advertía el Maestro de Nazareth: “Si se mantienen en mi Palabra, serán verdaderamente mis discípulos. 

Conocerán la verdad y la misma verdad, los hará personas libres. (cfr. Juan 8, 31 - 32). Jesucristo nos sigue sorprendiendo. Su sabiduría impacta al mundo judío. Su actitud ante la ley es impresionante: trasciende las normas y las convierte en vida. Condensa la ley de su padre celestial, en el amor a Dios y a los demás. (cfr. Lucas 10, 25-28). Él mismo da cumplimiento a la profecía de Isaías: Su misericordia y opción por los humildes,  son los ideales de su misión. (cfr. Isaías 61, 1-2). Cuida tu salud: Nuestro reto es aprender a vivir según la ley de Dios. 

 

Arquidiócesis de Ibagué. 

Comentarios