La Trinidad, modelo de vida en comunidad

Jairo Yate Ramírez

« °°° Cuando venga el Espíritu de la verdad, os encaminará hacia la verdad plena. Porque no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oiga, y os dará a conocer lo que está por venir.” °°°  Juan 16, 12-15. 
Dios es comunión y participación, es Padre, Hijo y Espíritu Santo. El mundo católico centra todo su pensamiento y su fe en ese Misterio inescrutable y con tanto contenido. 

Cómo se puede entender desde la mente humana, que existe un Dios, que a su vez son tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Un Dios en cuyas tres personas existen funcionalidades diversas y al mismo tiempo están unidos perfectamente por la gracia del Espíritu. 

Un Dios Trino que nunca falta en nuestras acciones religiosas; toda celebración sacramental se preside, y culmina en nombre de Dios Trino. Todos guardamos un sagrado respeto por el nombre de Dios en su trinitaria dimensión.

Hay verdades bíblicas, que pertenecen exclusivamente a Dios, que pertenecen al orden de la fe, que nos educan en nuestra vida cristiana y nadie las puede negar: “La fe de todos los cristianos se cimenta en la Santísima Trinidad. No hay más que un solo Dios, el Padre Todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo: la Santísima Trinidad. 

El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la “jerarquía de las verdades de fe”. Así lo enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (cf. 232-234). 

Dios se entiende desde la experiencia del amor, se experimenta en la unidad universal y se traduce en la hermandad que es el resultado de la fe de todos aquellos que creemos en Dios. 

Ahora, si Dios al organizar todo su plan de salvación logró el objetivo en comunión con el Hijo y con el Espíritu, respetó las funciones de cada uno de ellos, su mismo Hijo es prueba de que la obra depende del Padre y su culminación la delega al Espíritu, por qué razón nosotros pretendemos sembrar la paz y la hermandad internacional aferrándonos a un concepto en detrimento del Misterio que propiamente es el modelo de la vida en comunidad. 

Qué bueno sería si nos propusiéramos ser imagen de la Trinidad, cómo cambiaría el mundo si logramos purificar nuestros corazones de toda ambición y deseo de superioridad sobre los demás. 

El santo Padre Francisco en su ángelus regina coeli, advertía: “la Trinidad es comunión de Personas divinas, las cuales son una con la otra, una para la otra, una en la otra”. 

Cuida tu salud: Nuestro camino de vida cristiana, es esencialmente trinitario. 

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