Existen prioridades divinas que no son negociables

Jairo Yate Ramírez

« °°° Mientras iban de camino, alguien le dijo a Jesús: «Te seguiré a donde vayas.» Jesús le respondió: «Las zorras tienen sus cuevas y los pájaros tienen dónde dormir, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.» y a otro fue él quien le dijo: «Sígueme.» Pero el otro respondió: «Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre.» Jesús le dijo: «Deja que los muertos entierren a sus muertos.” °°° Lucas 9, 51-62.

Seguir a Jesús no es entrar a gozar de una serie de privilegios y comodidades en la vida. No es sentirse diferente o superior a los demás. No es desconocer mi propia realidad de pecador. No es evitar el sacrificio, el dolor, el sufrimiento. No es sentarse a esperar a que muchos me admiren, porque soy uno de los que le dio la palabra a Dios en su vida. El discípulo no puede salir a contradecir la doctrina de su Maestro con un comportamiento contrario a lo que anuncia.

El discípulo es una prolongación del Maestro, es la forma como el Maestro transmite tantas verdades; sana tantas personas; comprende tantas realidades dolorosas; extiende su mano a quienes lo necesitan. Jesús inicia su ministerio con unos objetivos muy definidos: Primero anuncia el Reino de su Padre; Segundo, visita los pueblos proclamando este anuncio; Tercero, llama a muchos discípulos para que precisamente entiendan la razón de su llamado y ellos mismos proclamen su Palabra y organicen su obra, que es el Reino de Dios.

Vocación cristiana y misión se convierten en sinónimo de desprendimiento en la Buena Nueva de Jesús de Nazaret. El apostolado se hace fecundo cuando hacemos la voluntad de Aquel que lo instituyó. Dice el Maestro “Ven y sígueme”. Al contrario, el apostolado se convierte en un serio problema para la evangelización, cuando quienes creyendo que son apóstoles hacen su propia voluntad. “Señor, ¿quieres que mandemos que caiga un rayo y acabe con ellos? Reprende el Maestro: “Jesús se volvió a ellos y los reprendió” (Lucas 9, 54-56).

La fe de cada uno de nosotros debe producir unos comportamientos coherentes. Quien pretenda seguir a Jesucristo, debe entender, que existen unas prioridades divinas que no son negociables. Se renuncia en orden al Reino de Dios. El Papa Francisco advierte que la vocación no es quedarse con las manos vacías: “la vida no debe quedar atrapada en las redes de lo absurdo y de lo que anestesia el corazón. En definitiva, la vocación es una invitación a no quedarnos en la orilla con las redes en la mano, sino a seguir a Jesús”. Cuida tu salud: Dios no se entromete en nuestras vidas. Solo quiere que lo sigamos.

Padre, Jairo Yate Ramírez.

Arquidiócesis de Ibagué.

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