La gratitud es la esencia de las almas nobles

Jairo Yate Ramírez

« °°° Iba Jesús camino de Jerusalén, pasó por la frontera entre Samaría y Galilea. Y al entrar a una población, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritar: « ¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros!» Cuando Jesús los vio, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes.» y al ir a presentarse, quedaron libres de la lepra.” °°° (Lucas 17, 11-19). Solo uno se devuelve para darle gracias a Dios. Y los otros nueve ¿dónde están? Es la pregunta del Nazareno, frente a la ingratitud del hombre y la ignorancia de salvación en muchas personas. Se combinan dos realidades espirituales: La sanación cuando crees en el Hijo de Dios y la salvación que surge ante la obediencia a la Palabra de Dios. El problema de los leprosos, es que se fueron sin el don de la salvación.

Fuera de maravillarnos del gesto misericordioso y caritativo del Salvador del mundo; centremos nuestra atención en la preocupación de Cristo: ¿Qué pasa con tanta gente desagradecida en este mundo?. Todos sabemos cuánto duele la ingratitud; hemos tenido experiencia de gente que paga muy mal a sus seres queridos; hijos que desconocen el esfuerzo y el sacrificio de sus padres; creyentes que se acuerdan de Dios exclusivamente cuando lo necesitan. La gratitud es la virtud de aquel que ama y la esencia de un alma noble; esa es una buena razón. Dar las gracias es una expresión del alma, es la fuerza de un espíritu que ha aprendido a amar a sus semejantes y se goza plenamente, cuando aprovecha todas las oportunidades para decir “Gracias”.

Alguien dijo en la historia: “El ser agradecido es causa de abundancia, el quejarse es motivo de pobreza espiritual”. La paciencia del santo Job le dejó una buena lección a la humanidad: °°° El Señor dio, el Señor quitó, bendito sea el nombre del Señor. °°° (cf. Job 1, 20-22). Para saber agradecer, se hace necesaria, la humildad en cada persona. Así lo enseña el Papa Francisco: Naamán, comandante del ejército del rey de Aram, enfermo de lepra, acepta la sugerencia de una pobre esclava y se encomienda a los cuidados del profeta Eliseo para curarse, que para él es un enemigo. Sin embargo, Naamán está dispuesto a humillarse. Y Eliseo no pretende nada de él, sólo le ordena que se sumerja en las aguas del río Jordán. (cf. II Reyes 5, 14-17). “La gratitud es un rasgo característico del corazón visitado por el Espíritu Santo; para obedecer a Dios, primero debemos recordar sus beneficios”. Cuida tu salud: Quien no sabe dar las gracias, se le olvidó el lenguaje de Dios.

Arquidiócesis de Ibagué

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