De todo en las candidaturas

Pedro Luis Zambrano

Un poco más de 110 mil candidatos se inscribieron para las elecciones regionales de octubre del presente año, provenientes de todos los partidos políticos, lo cual está bien, si se piensa que en una democracia abierta, lo que se espera es que muchos líderes busquen adeptos en las contiendas electorales, en busca de convencer con sus idearios y programas de acción, tendientes al bien general y concreto de sus votantes.

Sin duda, hay candidatos que tienen el respaldo de sus vidas limpias y probadas ejecutorias en favor de sus comunidades, pero el problema de la cantidad de avalados en medio de ambientes controvertibles o cuestionables, es indicativo de la decadencia del sistema político colombiano. De los servidores elegidos en 2011, cerca de un millar han resultado sancionados, procedentes de varios partidos, como, el Liberal, La U, Conservador y Cambio Radical.

En el ambiente electoral del presente año, vuelven y juegan los casos de las candidaturas incómodas, por decir lo menos, para el futuro de la democracia, estos se siguen ventilando en los medios de comunicación, aparecen en departamentos con alto potencial electoral y en todas las regiones. Dichas candidaturas son avaladas por partidos como los ya referidos, bajo argumentos basados en que no han sido vencidos en juicio ni condenados, ni tampoco presentan procesos en su contra, y por el hecho de que cada cual debe responder por su conducta personal, sin que existan posibles condenas por delitos de sangre.

Los partidos, sin embargo, no pueden sustraerse al hecho de que para dar los avales, como una posición de principios, no solo deben investigar sobre las personas, sino también sobre el ambiente en el cual estas se desenvuelven. Detrás de este tipo de candidatos, en casi todos los casos, existen círculos de familia o de afinidad política, con integrantes o beneficiarios de agrupaciones paramilitares, terroristas, narcotraficantes, carteles de contratación estatal o conocidas organizaciones defraudadoras del erario público; pero, por encima de todas estas circunstancias, conceden los avales, precedidos únicamente por los votos que estos candidatos han cautivado con sus maquinarias.

Después de que este tipo de políticos se instala en el poder, se asocian y se constituyen en mayorías, y desde luego, las consecuencias no se hacen esperar, la corrupción sigue disparada, los impuestos, el desempleo y la inseguridad agobian, pero, llegó la hora de que no los volvamos a elegir.

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