Las adicciones rondando a niños y jóvenes

Pedro Luis Zambrano

Los hechos ocurridos el pasado 11 de agosto en el colegio Marco Fidel Suárez del sur de Bogotá, en los que una veintena de estudiantes de esa institución educativa, en edades muy tempranas, se prepararon y consumieron una sustancia “estimulante” en la que combinaron pegante, con polvo para extinguidores y agua, con el resultado de la muerte de Isaac Sánchez, de solo 14 años, obligan a pensar en la forma como el Gobierno y las autoridades van abordar el problema del microtráfico y las sustancias psicoactivas en el territorio nacional.

La situación que se ve venir no es buena, si se tiene en cuenta que lo ocurrido en ese colegio de la capital, está pasando con mayor o menor intensidad en muchos planteles de ciudades y poblaciones de todo el país, en los que los niños vienen siendo seducidos desde edades cada vez más tempranas, a vincularse al consumo de sustancias, para alimentar el inmenso mercado del vicio en crecimiento.

Los agentes del tenebroso negocio, verdaderas organizaciones de microtráfico, se aprovechan de la fragilidad de la voluntad de niños y jóvenes, pertenecientes a familias con niveles bajos de control y comunicación afectiva con sus hijos, para incluirlos desde muy tempranas edades y acudiendo a las formas más sutiles imaginables, dulces, polvos, inhalantes, en la “onda” de la evasión artificial de la realidad. Al final, muchos serán esclavos de los estupefacientes y terminarán quebrantando a sus familias y a la sociedad, para alimentar el fatídico negocio.

Al respecto y para sopesar el problema, es bueno recordar lo ocurrido a comienzos del siglo pasado, cuando muchos hombres chinos en edad productiva, fueron arrastrados por los colonizadores ingleses al consumo del hachís, lo cual redundó en más atraso y envilecimiento para esta sociedad; producto de esta magra experiencia, los chinos hoy persiguen severamente el narcotráfico con penas de muerte o cadena perpetua.

En Colombia el aviso está dado. Si no se libra una lucha decidida y se adopta una política preventiva, para contrarrestar este tipo de delitos que rodean los establecimientos educativos y concentraciones urbanas y se fortalece una cultura familiar con los valores necesarios para procurar que los niños, jóvenes y adultos, sean libres de este tipo de adicciones, serán grandes los dolores de cabeza que les aguardan a muchas familias y a la sociedad en su conjunto. El tiempo de actuar es ahora mismo.

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