Rescato solo cinco de los múltiples titulares y mensajes, que han emitido los principales medios informativos en el país y en el mundo, sobre los graves efectos del fenómeno de ‘El Niño’, para la agricultura, la industria, la vida de los seres humanos y animales, y los recursos naturales.
“El 2016 puede ser el más caluroso que se haya registrado hasta ahora”. Esta declaración fue emitida por el investigador Chris Folland, conforme al estudio sobre el tema de la Agencia Met Office, que tiene como función la prestación del servicio metereológico en el Reino Unido. En nuestro país siguen lloviendo noticias sobre el difícil momento que se vive, de manos del citado fenómeno.
El Colombiano, destacó hace unos pocos días: “El Fenómeno de ‘El Niño’ actual es el segundo más fuerte en cincuenta años”, corresponde a una expresión acuñada por el director del Ideam. La revista Semana destacó el pasado 6 de enero, sobre el balance del Gobierno a cerca del fenómeno de ‘El Niño’ en el país. “Las cifras no son alentadoras. En Puerto Salgar la temperatura llegó a 45 grados, algo nunca antes visto”.
El Tiempo destacó hace 10 días: “Alerta en pueblos ribereños por el bajo nivel del río Magdalena. En el sur del Atlántico y Bolívar hay preocupación. En Mompox no hay agua hace seis días”. El mismo diario anotó el 3 de enero: “La lenta agonía del río Magdalena ante el fenómeno de ‘El Niño’. La extensa temporada seca ya cobra damnificados.
La pesca y el Comercio disminuyen”.Más evidentes y patéticas, no pueden ser las manifestaciones que el llamado ‘Niño’ le está arrancando a los medios informativos y noticiosos de todo el mundo, reflejando una realidad tan generalizada como difícil de sortear.Es indudable que la temática relacionada con los eventos en que el clima se manifiesta en forma extrema, sea por causas directamente relacionadas con las actividades del ser humano o por variaciones climáticas propias de la evolución del planeta, debe ser vista como decisiva para la supervivencia. Imponer un nuevo paradigma que se fundamente en evitar la afectación negativa de la actividad humana sobre el equilibrio de la naturaleza y sus recursos, comenzando por el agua, para conservar las formas de vida existentes, es inevitable. Se debe corregir la equivocada actitud de despreciar la voz de las culturas que aman la tierra y su conservación. No hacerlo sería imperdonable.
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