Los ímpetus ahorrativos están de moda

Pedro Luis Zambrano

Se ventilan por estos días, desde todas las fuentes de opinión, las más imaginativas formas y modalidades de ahorrar agua y energía. Se manifiestan en este sentido, políticos, periodistas, negociantes, especuladores, banqueros y todos los representantes de nuestra voluble sociedad.

Por supuesto, que algunos de los que se expresan sobre la economía del agua y la energía, lo hacen más impulsados porque el tema está de moda, que por sus convicciones dirigidas al bien colectivo.

Surgen ideas para disminuir el consumo del agua, el uso programado de las lavadoras, la racionalización de las descargas de los sanitarios, duchas cortas, reusar el agua servida de los lavaplatos para el jardín, evitar el lavado de carros. Para bajar el consumo de energía, se les ocurre adelantar en una hora la medición del tiempo, apagar las luces de oficinas y edificios, una vez salen los empleados y ocupantes, desconectar enchufes y conexiones, cuando no se estén usando, programar el uso de lavadoras de modo que se utilice la capacidad plena de las mismas y hacer uso limitado de las planchas y secadores, entre otras.

Es cierto que estas medidas economizando los consumos de agua y energía, son buenas y sirven para que la crisis de ahora, atenúe un poco y se evite la caída de otras cabezas, además de la del Ministro de Minas. Pero, sabemos que en el fondo se trata de ímpetus pasajeros y que lo que ocurre en Colombia, como en el mundo entero, es que la institucionalidad más débil que existe, es la encargada de cuidar el ambiente y los recursos naturales. Precisamente, estos elementos esenciales para que la humanidad se mantenga y perdure en el tiempo, resultaron en la era del neoliberalismo, convertidos en otra fuente de explotación y acumulación de dinero, para quienes aprovechan las aperturas en los movimientos del capital.

Mientras el consumismo desmedido siga siendo la conducta que impulsan los tanques de pensamiento para la actuación de los ciudadanos del mundo, la gente seguirá demandando energía y utilizando sin límites, el agua y los recursos del ambiente. Las soluciones aparecerán, cuando a fuerza de sufrir las consecuencias del clima alocado que destruye cosechas y consume muchas vidas, el paradigma cambie y se entienda que se debe imponer un modo de vida que priorice los intereses de la colectividad y racionalice los servicios sociales y ambientales.

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