A cuidar la vida de la mujer

Pedro Luis Zambrano

En mi trasegar laboral, la semana pasada me informaron que una de las participantes de los programas sociales y productivos de Prosperidad Social en Sucre, municipio de Ovejas, Vereda San Francisco, madre joven de una familia pobre, fue asesinada a golpes por su propio compañero y que al parecer, su vida se extinguió sobre el regazo de una de sus pequeñas hijas. Sandra Milena dejó en la orfandad a varios niños.

Un crimen intrafamiliar más, una noticia más. Del esposo asesino, seguramente se ocuparan la Fiscalía y algún juzgado de la región; el Icbf y las instituciones de salud, de acuerdo con su función institucional estarán pendientes de apoyar a los deudos de esta joven mujer, que ya no está con los suyos, por nuestra propensión violenta e ilimitada intolerancia, reforzadas por un crudo machismo. Estos factores en su conjunto, ocasionan que ciertos hombres de distintos niveles culturales, en lugar de zanjar sus diferencias de pareja en un ambiente pacífico, se conviertan en crueles depredadores de sus indefensas parejas.

No existe ninguna duda, la sociedad nuestra está en mora de salir en defensa de la vida de la mujer y de asumir con máxima prioridad una función preventiva en esta materia. Esto implica protegerla culturalmente, con un sistema educativo que sacralice la protección de su integridad en todos los ambientes, que evite satanizar las decisiones que ella tome sobre su propio ser, e incluya una efectiva igualdad de género, con su punto de partida en cada familia.

En materia de acción preventiva, cuando las mujeres se quejen ante las autoridades, por actos de violencia física o psicológica de sus esposos o compañeros, las instituciones, primero que todo, deben conceder importancia a estas manifestaciones, y actuar en la protección de sus vidas y de sus derechos, que son también los de sus niños y familias. Es claro que muchas mujeres que han muerto de manos de sus compañeros, con anterioridad han presentado sus quejas ante las instituciones, sin que sus demandas hayan tenido el eco necesario.

Como lo afirma la publicación de Naciones Unidas, Poner fin a la Violencia contra la mujer. De las palabras a los hechos, 2006, (Sinopsis): “El predominio constante de la violencia contra la mujer es una demostración de que los Estados todavía no han encarado el problema del compromiso político, la visibilidad y los recursos necesarios”.

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