A prevenir posibles tragedias

Pedro Luis Zambrano

Ningún país del mundo puede hacer alarde de ser invulnerable antes los riesgos derivados de los fenómenos de la naturaleza, estos han estado presentes en todos los ciclos de la historia del mundo. Pero, todo indica que ahora, como no había ocurrido antes, varios de ellos, al menos los de tipo climático, están aumentado significativamente por la influencia de las actividades del ser humano.

Producto de fenómenos geofísicos, Colombia ha sufrido en el último medio siglo, sucesivas tragedias, con saldos de muchas muertes y destrucción de bienes, como: el sismo del viernes 31 de marzo de 1983, que afectó principalmente a Popayán (Cauca), o el que sacudió al Eje Cafetero, principalmente a Armenia, el 25 de enero de 1999. Un evento que estará largamente en los registros de la historia es el de la avalancha volcánica que se precipitó sobre Armero.

También han ocurrido sucesos de orden climático, entre ellos se pueden destacar la disminución de precipitaciones de 1992 y 1993, que obligó además a un racionamiento de energía y el invierno que azotó al país en 2011, que culminó con extensas áreas anegadas y el arrasamiento de cultivos en distintos lugares del país.

Es verdad que en el territorio colombiano las autoridades han hecho progresos preventivos y para contrarrestar este tipo de tragedias en bien de la población.

Es indiscutible el liderazgo del Ideam, al dar oportunas alertas de los cambios climáticos, con suficiente anticipación, manteniendo un sistema permanente de pronósticos climáticos. Las unidades regionales de atención de desastres también han ido gradualmente adquiriendo experiencia y los mandatarios locales denotan compromiso con la protección de la población.

Pero las lacras persisten, quedan áreas y poblaciones subestimadas en el manejo de la seguridad de la gente ante los riesgos de la naturaleza, en dichos lugares, concurren y se combinan, la inacción del Estado y una alta corrupción, se cuentan por miles de millones los recursos que pueden y deben destinarse a estos efectos, pero que van a parar a la financiación de campañas políticas o a los bolsillos de la trama de malhechores disfrazados de funcionarios y políticos.

Se sabe que existen algunos avances, pero, cualquier adelanto es poco, para contener la magnitud de un desastre natural, el ejemplo nos viene de lo que está pasando en Ecuador. Es altamente probable que algo parecido suceda a cualquier momento en este país de tantos contrastes.

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