El pedir y dar perdón

Pedro Luis Zambrano

Ahora que se prevé que el acuerdo con la guerrilla fariana va a implementarse, surgen distintas necesidades, para que, tanto las víctimas como los victimarios, entren en una nueva forma de relacionarse. Se trata de facilitar acercamientos para explorar la posibilidad del perdón, que comienzan con un gesto de humildad del agresor, quien admite y da cuenta de la verdad de los hechos y pide perdón a la víctima, que libremente decide si lo concede o no. Este paso es fundamental para que haya reconciliación.

Son muchas las circunstancias en las que deberán encontrarse las víctimas con sus victimarios, ya sean estos últimos, guerrilleros, agentes estatales o paramilitares, con fines de pedir y dar perdón, si nos atenemos a las cifras sobre el conflicto armado, como las que expone el Centro de Memoria: 220 mil muertos, cerca de 25 mil desaparecidos, 5,7 millones de desplazados, dos mil masacres y 27 mil secuestrados.

Sobre este tema, el Foro de Víctimas celebrado recientemente en Barrancabermeja dejó una exigencia clara a los equipos negociadores del Acuerdo de paz en La Habana, en el sentido de que las partes deben asumir su responsabilidad por los crímenes cometidos y pedir perdón.

Entre los familiares de los 11 diputados muertos por las balas de las Farc en situación de cautiverio, que se reunieron en Cuba con varios líderes de este grupo guerrillero, está Fabiola Perdomo, esposa del exdiputado Juan Carlos Narváez, quien sobre la situación vivida en esta circunstancia manifestó: “Yo quiero contarle a la opinión pública que las familias de los exdiputados de Valle del Cauca estuvimos con dignidad. Que no nos arrodillamos. Que no nos entregamos. Que pudimos expresar todo el dolor. Decirles el daño que nos hicieron. Decirles cómo truncaron nuestros sueños y nuestras vidas. Pero también estuvo la grandeza de las familias al aceptar la petición de perdón y el aceptar iniciar un diálogo que conduzca a ese gran evento, en el que se pida perdón, se comprometan a la no repetición y que reconozcan el daño causado”.

Este testimonio deja ver claramente la importancia de que los victimarios del conflicto pidan y, en lo posible, sean objeto del perdón de las víctimas por sus terribles actuaciones. El decidirse y perdonar finalmente produce serenidad en el espíritu de quien lo concede, lo libera de la amargura y la rabia, abre las puertas a la no repetición y propicia la reconciliación de Colombia.

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