Médico apostolado y cultura hasta la sepultura

José Germán Zarama De La Espriella

Este 3 de diciembre se celebró el Día Internacional del Médico. Esta celebración se estableció desde 1953, en memoria del médico cubano Carlos Finlay Barrés (la medicina cubana era líder en Latinoamérica desde los años 40).

El aporte del doctor Finlay Barrés fue el descubrimiento del agente transmisor de la fiebre amarilla, una verdadera plaga de la población del trópico. No es raro que se rindiera homenaje público, con esta fecha in memoriam, a un científico de tanta trascendencia social en América.

Y es que todo médico por esencia se dedica a preservar la vida y por ello su labor solitaria trasciende siempre a la comunidad. Es común entonces, hablar del apostolado de la medicina y según algunos estudiosos San Lucas, nacido en la ciudad de Antioquía (Turquía), era médico.

Uno diría que San Lucas, el evangelista, fue el primer médico apóstol de nuestra era cristiana. El primero de esta era, digo, porque no podemos olvidar que los filósofos griegos eran médicos y casi apóstoles de su época. El mejor ejemplo de esta afirmación es Aristóteles, un médico hijo de médico, mejor conocido como el sabio filósofo y preceptor de Alejandro Magno.

En nuestra vida posmoderna también existen doctores apóstoles y sus exponentes mejor reconocidos son quizás los Médicos Sin Fronteras. Pero el mundo de 2016 no conoce médicos más ‘heroicos’, algo más admirable aún que apóstoles, que exponen su vida en la guerra siria. Y no podemos olvidar a médicos tolimenses que han dejado huella de apostolado y heroísmo, en particular en noviembre de 1985, en la tragedia de Armero. Conozco un médico y amigo ejemplar, Héctor Morales Morales, que atendió como apóstol y prácticamente con las uñas a cientos de víctimas del ‘holocausto’ natural.

Esta relación entre el médico y la sociedad no es ciertamente casual. La misión ontológica del médico lo lleva a buscar otras formas de servir a la comunidad, en la filosofía (Deepak Chopra), la literatura (Bertolt Brecht), y la política (Tabaré Vásquez, presidente de Uruguay, y Guillermo Alfonso Jaramillo, alcalde de Ibagué).

Confieso que Brecht, uno de los escritores que más admiro, fue estudiante de medicina. Por ello lo menciono como uno de los destacados ‘médicos’ que han marcado historia en la literatura. Pero no puedo dejar de mencionar un médico fundador de la literatura francesa moderna. Se trata de Rabelais, en el siglo XVI, a quien se compara con Shakeaspeare o Cervantes.

Poco difundido en nuestra cultura por reticencias religiosas y morales, Rabelais también ha sido uno de los escritores más divertidos. Sí, el médico Rabelais, el del Gigante Gargantúa y su hijo Pantagruel, fue admirado entre sus contemporáneos como un hombre de gran erudición, capaz de escribir en latín y en griego.

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