Preocupación nacional ante la contaminación ambiental

José Germán Zarama De La Espriella

En solo diez años los colombianos hemos adquirido cierta conciencia ambiental. En esta sorprendente tendencia ha influido, sin duda, la opinión pública mundial, multiplicada por los medios de comunicación masiva y las redes sociales. Pero, no podemos negarlo, las amenazas directas de contaminación medioambiental que estamos viviendo han sido más efectivas para alertarnos. La ya no tan inusual contaminación del aire de Medellín, es una advertencia clara para todas las ciudades colombianas. De continuar la tendencia creciente de factores de contaminación registrada, la ciudad será sencillamente invivible. Esto se explica así: según las cifras oficiales, el 80 por ciento de la contaminación regional, acrecentada en épocas de lluvias, proviene del parque automotor. Este número de vehículos circulantes pasó de 478 mil, en 2005, a un millón 347 mil en 2015. Si proyectáramos ese mismo incremento de vehículos a 2025, a primera vista el futuro parecería ambientalmente apocalíptico. Las alternativas son simples: se frena el incremento de circulación vehicular (restricciones de tránsito) o se acelera la conversión a un parque automotor más ecológico.

Pero la manera como se maneje el dilema ambiental planteado no es tan sencilla, pues tiene implicaciones económicas y laborales inmediatas. Muchos de los afectados, que trabajan en los sitios más contaminados de la ciudad, explican así la encrucijada: necesitamos comer... podemos cuidar la salud después. El crecimiento del parque vehicular, visible en todas las ciudades colombianas, es solo un síntoma del desarrollo económico de la última década. Frenar el comercio de vehículos es una opción costosa para la economía. Pero, sin entrar en recetas facilistas, las estadísticas de Medellín, son muy útiles como caso de estudio para ciudades como Ibagué. Según estos datos, los camiones constituyen el 36 por ciento de las emisiones contaminantes; las motos el 23 por ciento; y las volquetas el 22 por ciento. En una gráfica de Pareto, herramienta recomendada para tomar decisiones, queda claro entonces que más del 80 por ciento del problema está en mejorar estos factores contaminantes. Una de las soluciones obvias de reglamentación pública, deberían concentrarse entonces en acelerar la reconversión de estos vehículos a un parque tecnológico limpio. Desde luego lo mismo se debe hacer, sin tanta prioridad, con los responsables del 10 por ciento de la contaminación restante, los buses. Y, por último, según la efectividad porcentual de eliminación de causas contaminantes, regular también a los autos. Pero, si las noticias ambientales de la semana nos remitieron a Medellín, hoy los ojos estarán puestos en Cajamarca, Tolima. En este pequeño municipio, se realizará una consulta popular que definirá gran parte del futuro de uno de los proyectos mineros más grandes del mundo. En este caso la voluntad popular resolverá el dilema de desarrollo económico y empleo o preservación del medio ambiente.

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