Sicología social y enfoques políticos negativos

José Germán Zarama De La Espriella

Si examinamos los resultados de la encuesta de Semana del 20 de mayo, sobre candidaturas presidenciales, ninguna fuerza política ganaría en primera vuelta. Cuando agrupamos a los candidatos que representaron al ‘Sí’ del plebiscito por la paz (Humberto de la Calle, Clara López, Claudia López, Sergio Fajardo, Piedad Córdoba, Jorge Enrique Robledo y Gustavo Petro), obtenemos más del 50% de los votos. Sumados todos los candidatos del ‘No’ (Ramos, Ramírez, y Ordóñez) no llegan al 20%.

El grupo del ‘No’, aparentemente minoritario frente al ‘Sí’, es mucho más sólido. Este grupo sería, entonces, firme candidato para pasar a segunda vuelta. Esto parecería también demostrado por un modelo matemático del Director de Anif, Sergio Clavijo. Queda la duda de las posibilidades finales de ganar del único candidato ‘NiNi’ (ni ‘Sí’ ni ‘No’) que pasaría a segunda vuelta. Al respecto, Vargas Lleras presenta un alto rechazo, así como el grupo del ‘No’ marca un rechazo también alto de opinión.

Quien de ellos sea capaz de ganarse la confianza del grupo del ‘Sí’, cuyas posibilidades por ahora son limitadas por la atomización, será el ganador. Los candidatos conocen esto perfectamente y ello explica en parte la feroz campaña mediática contra el Gobierno, por unos. Pero también la ambigua solidaridad de los ‘Ni-Ni’, que no son ni Gobierno ni oposición.

Esta campaña inusual se ha centrado hasta ahora en exacerbar las dudas entre los colombianos. Y exacerbar las dudas genera un costo sicológico para quienes hacen parte de esta estrategia proselitista. Robin Kowalski, Ph.D. en sicología social de la Universidad de Carolina del Norte, se ha dedicado a estudiar precisamente estos fenómenos. Sus investigaciones se han enfocado en conductas disociadoras, como el ‘bulling’. Una aproximación de estas conductas conductas del comportamiento es su obra The Social Psychology of Emotional and Behavioral Problems (2000).

Kowalsky explica allí cómo las quejas y lamentaciones, que se han vuelto constante estrategia política contra el Gobierno, afecta sicológicamente a sus protagonistas. Los efectos, al parecer, son de ansiedad y depresión. Y la ansiedad y la depresión están haciendo mella directa en la democracia colombiana.

Siguiendo esta teoría, la tendencia de quienes se enfocan políticamente en los problemas y no en las soluciones, es a afectar su cerebro, y volverse quejosos crónicos. Esta tendencia lleva a que se genere la hormona cortisol en la población. El cortisol puede afectar el hipocampo del cerebro, generando estrés.

En todo caso, consideremos la secuencia lógica del colapso de imágenes pesimistas, derrotadas por opciones de esperanza. Enfoquémonos en investigar la evolución del proceso colectivo de deterioro sicológico de los colombianos más pesimistas y su inevitable deterioro de credibilidad. Ahí podría estar la clave de quién ganará las elecciones de 2018.

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