El juicio de los narcisismos regionalistas

José Germán Zarama De La Espriella

Daniel Samper Ospina llevará ante la justicia una demanda por calumnia contra Uribe. Tiene todo el derecho y me uno al respaldo que recibió de los columnistas más connotados del país.

No podemos ignorar las licencias que en la democracia se conceden a la libertad de prensa, en especial a los humoristas. Pero quizá sí debamos ver objetivamente la inconveniencia social de recurrir a cierto tipo de humor, que ridiculiza a otros pueblos o grupos sociales. Hay muchos compatriotas de todas las tendencias políticas que se sienten legítimamente humillados, con esta clase de chistes. ¿Y quiénes somos nosotros para juzgarlos? El origen de esta lamentable acusación de Samper, por difamación, es aparentemente la respuesta a cierto humor con tinte de discriminación. Recordemos ese trino de Uribe: “Federico Escobar protesta por ofensa del violador de niños, Samper Ospina, a Antioquia, ofensa publicada en Semana”.

En principio, entonces, la ofensa a Antioquia habría originado el calificativo de “violador de niños”. Mientras la justicia adelanta el juicio penal por semejante calificativo, que no comparto para nada, me atrevo a reflexionar en la invocada justificación para trinarlo. Defender la patria, un equipo de fútbol, un partido político o una familia agrediendo patológicamente a sus eventuales detractores o enemigos, podría ser ‘narcisismo colectivo’. En 1922 Freud en su Psicología de grupo y análisis del Ego, menciona “como cada pequeño cantón (suizo) mira a los otros por sobre el hombro”. Esto dio base a la teoría de Freud del narcisismo colectivo’.

El narcisismo colectivo se relaciona con culturas, etnias y grupos de pertenencia social en general. Aunque algunos expertos consideran el narcisismo de grupo como una extensión del narcisismo individual, otros consideran que cada cual es independiente. En todo caso, el regionalismo antioqueño aplica a esta caracterización del narcisismo colectivo.

El sentimiento regionalista es una característica general de los colombianos, y es particularmente arraigado, por ejemplo, entre los paisas y los pastusos. En ambas regiones es culturalmente muy acendrado. Es entendible entonces que Felipe Escobar ‘proteste’, como podría protestar cualquiera con total derecho. Pero cuando la “ofensa” amerita que se requiera de la balanza de la justicia, quizá dicha “ofensa” se haya originado en un patológico narcisismo colectivo.

Claro, también hay un sentimiento similar de orgullo, que algunos llamarán soberbia, de quien en este caso representa la élite bogotana. Quizá Daniel Samper Ospina sea víctima subconsciente de esta última cultura, que se ve reflejada en el tono de su humor. Al respecto, recuerdo ‘entre gallos y media-noche’ (no la encontré en Internet), una antigua columna periodística de Samper Pizano, el padre de Samper Ospina, quizá titulada ‘¿Es usted lobo?’.

Se trataba de una humorística encuesta, con auto-calificación por cada respuesta afirmativa, cuya última pregunta era: ¿Es usted pereirano?

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