2018

José Germán Zarama De La Espriella

A punto de terminar noviembre, el editorial de Daniel Franklin en la internacionalmente reconocida revista The Economist presenta las macroproyecciones mundiales para el año entrante. Inspirado por esta lectura, me atrevo a hacer una reflexión similar ajustada a nuestra realidad.

Toda predicción nace de una visión, y estratégicamente las visiones deben ser optimistas; en términos prospectivos sería el ‘escenario deseable’. Dependientes de qué punto partimos, en cada tema motivo de preocupación hace un año -en noviembre de 2016-, concluimos qué podemos esperar en 2018.

En noviembre de 2016, los demócratas del mundo estábamos preocupados por la sorpresiva elección de Donald Trump. Si la propuesta de Trump era exitosa, corríamos riesgos similares a los de esa Alemania que cayó en manos de nacionalistas tan “triunfantes” como Hitler.

Lo cierto es que en todo el mundo se preveía un aumento de las amenazas de guerra nuclear, debilitamiento de políticas ambientalistas y confrontación racial en la “unión americana”.

Por fortuna durante este año transcurrido hasta hoy, las instituciones democráticas de EE.UU., con sus contrapesos del poder, han funcionado bien, evitando la ‘distopía’. La proyección para noviembre de 2018 es alentadora en consecuencia. La tendencia que se manifiesta es a que Trump finalmente termine 2018 “domesticado’’ por un ‘impeachment’, como Nixon.

En cuanto a Colombia, en noviembre de 2016 los colombianos nos encontrábamos tan desconcertados como en la ‘paradoja del gato de Schrödinger’, tras los resultados del plebiscito. Solo sabíamos que estábamos divididos en dos mitades casi iguales. Desde esos confusos días para acá -noviembre de 2017-, la paz empezó a dar muestras de vida y cada día se ha fortalecido más. Por otro lado, pocos políticos se atreven ahora a amenazar con volver ‘trizas’ el acuerdo de paz. Y los que se atreven no registran mayores posibilidades en las encuestas. Para noviembre de 2018 las tendencias señalan que los colombianos habremos elegido una coalición democrática no caudillista, ni de extrema derecha ni de extrema izquierda.

En 2016, hace casi un año el país vivía el mayor horror en cuestiones de justicia. El asesinato de Yuliana Samboní revelaba nuestra demencia social. De otra parte, la corrupción parecía aterrarnos cada vez más con escándalos nacientes, como Odebrecht.

A pesar de enfrentar crecientes escándalos, los organismos de control y vigilancia del Estado han sido efectivos este año. La justicia ha castigado ejemplarmente al asesino de Yuliana; algunos responsables de Odebrecht, como el ‘Ñoño’ Elías, están en la cárcel; el ‘Cartel de la Toga’ está en jaque, e incluso algunos sindicados tras las rejas. Hasta la dudosa Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes parecería estar empezando a funcionar.

En 2018, la democracia habrá agradecido que hayan sido destapados desde ahora estos escándalos.

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