Confrontación decembrina entre religiosidad y ateísmo

José Germán Zarama De La Espriella

Diciembre es la consagración anual del ‘mito’ más compartido de la humanidad, el nacimiento de Jesús. 2.350 millones de cristianos, uno de cada tres habitantes de la Tierra, celebran la Navidad. Y, por razones culturales e incluso económicas, a estas festividades se unen también cientos, quizás miles de millones de ateos del mundo. Ciertamente, en cualquier rincón, algún ateo estará fabricando el regalito de navidades y agradeciendo esta celebración.

Muchos cristianos aceptan, sin dejar de ser cristianos, que están celebrando un ‘mito’, probablemente relacionado con tradiciones paganas. Este tipo de cristianos se ve representado por el padre Gerardo Remolina, doctor en filosofía y teólogo de la Universidad Gregoriana de Roma. Según el padre Remolina, por ejemplo, el relato de Adán y Eva es un mito. “El mito, más que un relato imaginario y fabuloso, es una estructura de pensamiento del ser humano frente a los interrogantes sobre el origen del hombre y del Universo” -dijo recientemente el religioso.

Pero también muchísimos cristianos de todo el mundo, quizá demasiados, se resisten a aceptar el pensamiento del teólogo jesuita. Para ellos la Navidad, así como toda la narración ‘incontrovertible’ de la vida de Jesús, se basa en los hechos literales narrados en la Biblia. Y, lo grave no es que lo crean. Lo grave es que se creen llamados a imponer sus creencias, incluso a sangre y fuego, como lo han hecho sus antepasados en la historia. Tal cual, a sangre y fuego, pretenden imponernos sus creencias, como lo hacen fanáticos de otras religiones, amparados en ideologías como “el Estado Islámico”.

Teólogos como el padre Remolina cumplen una misión de trascendencia universal. Si la humanidad desea sobrevivir, al menos un siglo más, debe revaluar los mitos como esencia de la espiritualidad. Y, la responsabilidad histórica del cristianismo en esta tarea, está señalada por las estadísticas de celebración de la Navidad, al comienzo anotadas.

Una clara estrategia de producir un cambio global frente a intolerancias religiosas en un mundo de alta tecnología armamentista es empezar por desmitificar las creencias religiosas. La epifanía cristiana debería superar mitos y ritos, para concentrarse en valores espirituales como la verdad, la compasión y el amor (amor entendido como empatía).

Por ello fue tan importante el debate del doctor jesuita Remolina con el también doctor, pero ateo, Richard Dawkins. Este evento tuvo lugar con ocasión de la celebración del octogésimo aniversario de la Facultad de Teología de la Universidad Javeriana. Dawkins, dicho sea de paso, es un biólogo, etólogo y zoólogo británico, considerado el biólogo evolucionista más importante del mundo contemporáneo. En una encrucijada entre el fundamentalismo religioso y el cientificismo ateo, me quedaría con el segundo. Pero, entre todos, prefiero considerarme un “católico remolinista”.

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