Trump y las fuerzas dominantes en la historia

José Germán Zarama De La Espriella

Definitivamente Trump es un gobernante atípico. La prensa de sus propios aliados lo tilda de dominante, impositivo y grosero en su visita a Londres y la cumbre de la Otan. Quizás el presidente sea fiel en su comportamiento a un conocido dicho gringo: ‘Who holds the gold makes the rules’. Y tal vez esta sea la razón de su manejo de la cumbre aliada en la cual exigió reacomodar los aportes a la organización militar transatlántica. Aunque explicable, por los resultados presupuestales recaudados, se pregunta uno entonces qué pasaría el día que alguien responda a Trump de igual manera. Qué tal si, ante una eventual discrepancia con EE.UU. un gobernante que no dependa del dinero gringo le hiciera frente. Por ejemplo, si Putin reaccionara como su compatriota Nikita Jrushchov, en una asamblea de la ONU.

A propósito, recordemos que, en 1960, el ruso golpeó con su zapato su estrado de delegado, porque no le gustó una intervención de Filipinas. Pero Trump no es tonto y sabe ante quién puede golpear con los zapatos la mesa de la casa que visita. En efecto, no ha tratado así a Putin, ni a Xi Jinping, ni a Kim Jong-Un. El magnate americano conoce en cambio que, mientras sea el dueño de la billetera, sí puede tratar así a sus amigos europeos. Así mismo puede hacerlo con sus aliados de este continente, como México o quizás Colombia.

Pero la economía global está cambiando y todo apunta a que, en apenas una generación, China será el país más rico del mundo. Y, es evidente que la principal fuerza motriz de la historia es el modo de producción de los bienes materiales. Ciertamente, el modo de producción más eficiente es el libre mercado, respaldado aún por antiguos detractores del modelo, como China y Vietnam. Este es el modelo que Trump golpea con su ‘diplomacia inversa’.

¿Podrá Trump con su estrategia de fuerza parar el previsible declive de su país? Lo cierto es que, si sus políticas no funcionan en los próximos diez años, por la degeneración del modelo liberal, Trump aceleraría un decaimiento gringo. Esto sería extremadamente peligroso para EE.UU., por efectos de la otra fuerza motriz de la historia. Se trata de unir al eventual fracaso económico de las ‘trumpanomics’, el enfrentamiento antagónico de una especie de lucha de clases entre los países.

Nadie puede olvidar que de la humillación y el sojuzgamiento de unas clases económicas burguesas nació la independencia de los países latinoamericanos. Y en el siglo siguiente el Mundo sufrió, por la misma razón, la II Guerra Mundial. Y en este siglo, la guerra religiosa de Siria es también una ‘lucha de clases’ entre un sector culturalmente dominante y otro humillado.

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