Con el avance de obras de infraestructura como la doble calzada Ibagué-Girardot y el Túnel de la LÃnea muchos inversionistas comienzan a reconocer a la capital del Tolima como atractivo centro regional para sus actividades.
Como si se tratara de una competencia por etapas no hay dÃa en que no se anuncie un nuevo proyecto o se dé a conocer una nueva propuesta de inversión. Todas y cada una entrañan cuantiosos capitales, complementos de la oferta comercial actual y diversificación de actividades que combinadas con las mejoras en las vÃas han de consolidar la importancia de Ibagué en un contexto regional.
Lo anterior no quiere decir que los habitantes de la región deban sentirse satisfechos, sino que por el contrario se debe repicar dÃa y noche por la concreción de promesas incumplidas, por exigir calidad y precios asequibles en los servicios públicos y en la recuperación del tiempo perdido y las oportunidades refundidas por cuenta de la falta de definición de objetivos y gigantescos errores polÃticos que en el pasado entregaron honores y responsabilidades a aviesas e ineptas manos que sólo vergüenzas y oprobio trajeron para la región.
En el propósito de mejorar la competitividad vienen a la mente las promesas presidenciales relativas a los aeropuertos de Ibagué y Flandes; la imprescindible solución a los desaguisados de la concesión Bogotá-Girardot; los siempre postergados proyectos fluviales y ferrocarriles, la definición de los túneles o viaductos de Gualanday, el puente del Combeima y la doble calzada Ibagué-Cajamarca. Indispensable resulta contar con un servicio de energÃa confiable y con tarifas competitivas y algo similar ocurre con todas las formas de conectividad y desarrollo tecnológico.
Una labor mancomunada, una acertada selección de mandatarios enterados, comprometidos y dispuestos a reclamar por lo que le corresponde a la región pueden convertirse en una exitosa fórmula para acometer las impostergables tareas que se requieren.
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